Debería ser espejo de la pujanza del parque científico y tecnológico que atraviesa. Sin embargo, es la vergüenza de sus trabajadores y de todo el que visita la Isla de la Cartuja. Hablamos de la avenida Marie Curie, principal arteria de acceso al PCT Cartuja y una de las zonas más identificables de la Exposición Universal por albergar la singular Esfera Bioclimática.
Esta vía, de titularidad municipal, lleva años con el acerado y el mobiliario públicos destrozados, el carril bici intransitable, las zonas verdes descuidadas y las fuentes rodeadas de vegetación salvaje. Una situación que se agrava en verano con la suciedad generada por la botellona y la ocupación del espacio público que llevan a cabo las terrazas de verano allí instaladas, con el beneplácito del Ayuntamiento de Sevilla.
Puestos de venta ambulante, pérgolas secas, orines y coches subidos a la acera completan el desolador panorama diario de esta zona de la Cartuja donde, paradójicamente, los servicios municipales sí mantienen en funcionamiento las numerosas fuentes que alberga.
Tampoco el acceso al PCT por ferrocarril ofrece una imagen atractiva, palmeras a punto de caer, grafitis, basura, más aceras rotas y un paso de peatones mal ubicado es lo que se encuentran los usuarios de la línea C2 de Cercanías al entrar o salir de la Cartuja.
Un panorama similar encontramos en el resto de accesos al Parque Científico y Tecnológico, como la entrada por el Puente de la Barqueta, también asediada por los puestos de hamburguesas y los orines sobre el mural de Roberto Matta; o la Avenida de los Descubrimientos, con la maqueta del cohete Ariane esperando una restauración que nunca llega.
Desde Legado Expo se denuncia también la absoluta falta de señalización de la que carece en la ciudad el PCT Cartuja. A pesar de ser uno de los polos empresariales y de servicios más importantes de la ciudad no cuenta con ninguna indicación en los accesos por autovía, ni en grandes avenidas o zonas de afluencia como el aeropuerto o las estaciones de tren o autobus, señalizaciones de las que sí disfrutan los parques científico-tecnológicos de Málaga, Huelva o Jerez.
