Andalucía celebró aquel 2 de Agosto de 1992 su Día de Honor en el recinto de la Muestra Universal. El pabellón de la Autonomía anfitriona se vistió de gala y celebró su fiesta con un amplio repertorio de espectáculos.
El folklore regional estuvo representado por todas las provincias andaluzas. Durante toda la jornada pasaron por el Palenque distintas agrupaciones. El festival estuvo inaugurado por la Coral de Santa María de La Rábida de Huelva, dando paso posteriormente a los actos protocolarios y discursos oficiales.
Aunque el plato fuerte de la jornada estuvo en el patio Ave María del Monasterio de la Cartuja. Los grandes del cante, el baile y la guitarra, se reunieron para homenajear a Antonio Mairena.
Bajo el lema <<Andalucía: tradición y cambio>>, el arquitecto Juan Ruesga Navarro diseñó un pabellón que se convertiría en un compendio entre el ayer y el mañana de una civilización milenaria, que desde la cultura tartesa hasta nuestros días se había caracterizado por ser una región donde han ido dejando sus sedimentos infinidad de culturas.
De un gran basamento de mármol blanco, que representa la cultura tradicional, surgió un edificio de base elíptica, en piedra arenisca, que representaba la cultura elaborada. Atravesando ambos edificios aparece un cilindro inclinado, revestido en esmalte cerámico azul, que representa la modernidad, el espíritu científico en evolución.
El eje central del edificio es el gran cilindro, que alojaba durante la Exposición Universal, los espacios principales, tales como la sala de espectáculos, el cine de trescientos sesenta grados, el espacio central de la exhibición, el restaurante y el mirador.
En la construcción del pabellón se había combinado materiales tradicionales como el mármol de Macael y la piedra de Padul, contrastando con la torre cilíndrica, con un tratamiento de esmalte cerámico en el azul tradicional de la cerámica andaluza.
Ver todos los contenidos del pabellón de Andalucía requería guardar dos colas; una para ver la película en el sistema Circorama y la otra, para contemplar los demás elementos expositivos. En la calle, y cercano a la puerta de entrada, se encontraba el primer conjunto escultórico en bronce, te hablamos de la obra del artista malagueño José Seguiri. La composición juega con los elementos del escudo de Andalucía, donde se ve a Hércules levantando las columnas mientras los leones pasean a su alrededor.
La decoración del vestíbulo anticipaba el contenido de la exposición <<La memoria productiva>>. Un mosaico romano que representaba una escena de culto a Baco.
En la planta baja lo que más llamaba la atención al público fue la sala de cine en trescientos sesenta grados. Esta sala que continua en la actualidad en el pabellón, tiene forma circular, con un diámetro de unos quince metros y una capacidad media de ciento ochenta espectadores. Durante la Expo 92 contaba con nueve proyectores sincronizados y nueve pantallas dispuestas en forma de corona cilíndrica sobre las cuales se proyectaban nueva imágenes continuas.
La película titulada <<Andalucía, tradición y cambio>>, tenía una duración de dieciocho minutos y mostraba imágenes representativas del pasado y del presente de nuestra región.
A la salida del cine el visitante se encontraba con la exposición <<La memoria productiva>>. Esta muestra de arte estaba concebida con un criterio más escenográfico que museístico. Encaraba el fenómeno del mestizaje de las culturas andaluzas en el curso del tiempo.
Otra sala recogía piezas procedentes de todas las provincias andaluzas, desde figuras tan emblemáticas como la Dama de Baza o el Efebo de Antequera, hasta obras muy poco conocidas como podía ser una acuarela de Picasso, pintada cuando era un adolescente titulada <<El viejo de la manta>>. Obras de vanguardia plástica contemporánea, con cuadros de Gordillo, Guerrero o Ribera se encontraban junto a unas columnas salomónicas y cerca de los dibujos pintados por Lorca para un libro de Pablo Neruda.
En la segunda planta había una exposición permanente que respondía al nombre de <<Andalucía, espacios de progreso>>. Comenzaba con una muestra de los principios de la maquinaria industrial, como fue el caso de la reproducción de un molino del siglo XVII para fabricar rapé. La idea fue mostrar los recursos con los que contaba Andalucía para abarcar el futuro, en campos tan diversos como la biotecnología, la industria agroalimentaria, las energías alternativas, las telecomunicaciones y la industria naval o aeronáutica.
Se exhibió, entre otros objetos, un generador de energía eólica de Tarifa; el primer parabólico para producir energía solar y un avión ultraligero de fibra de carbono construido en la Rinconada.
De la sala <<Espacios de progreso>> lo que congregaba a más gente fue el acuario. En él que se podían ver especies autóctonas del litoral andaluz. Los peces estaban dispuestos en acuarios independientes y agrupados siguiendo un criterio de sociabilidad.
La planta que le seguía estaba destinada a la promoción turística de Andalucía. Al visitante se le ofrecía un formulario de programas concretos de visitas, rutas y circuitos de viajes.
A continuación tocaba recorrer un pasillo estrecho donde una tela metálica dejaba parcialmente descubierto una sala de máquinas de una avioneta, un taller; todo ello envuelto en unos sonidos entre estridentes y misteriosos, que te devolvían a otras épocas y más bien te recordaban historias de películas.
Para finalizar el recuerdo del Día de Honor de Andalucía en la Expo 92, no podemos olvidar el fantástico parque de Andalucía de los Niños, el espacio al aire libre en el que se desarrollaban una creación en miniatura de toda la región repartidos en una superficie de diez mil metros cuadrados, que se distribuía en más de ochenta maquetas, veinte mil muñecos, cerca de cuatro mil especies vegetales y todo tipo de elementos naturales, a una escala de 1:33.