Suiza celebró aquella jornada su Día Nacional en la Expo 92 con un conjunto de actividades protocolarias y culturales que estuvieron presididas por el vicepresidente del Consejo Federal Suizo, Adolf Ogi.
Los responsables del pabellón suizo escogieron la fecha del 1 de agosto porque fue la fecha en la que se fundaría la Confederación Helvética (01-08-1291).
El pabellón de Suiza se situó en la Avenida de las Palmeras, junto a los pabellones de Fujitsu y Checoslovaquia. Una torre de cartón reciclable y biodegradable de treinta y nueve metros de altura que se elevó como elemento principal del edificio frente a las gradas del pabellón.
Este edificio había sido concebido por Vincent Mangeat, tras meditar sobre su proyecto inicial de traer una torre de hielo a Sevilla –que por esas fechas de agosto estaría derretida-. La mayor parte de los elementos de este castillo de naipes gigantes fueron elaborados en Suiza: sus paneles de cartón estaba hechos de un marco de madera rellenado de cartón ondulado y con cartón liso como revestimiento.
En el exterior destacaron las obras de diferentes artistas, como las grandes fotografías de Balthasar Burkhard, que colgaban como banderas mostrando los sentidos de Suiza. En las gradas de madera destacaron dos grandes esculturas de Bernhard Luginbuhl, constituidas por dos enormes tapas de queso <<Emmental>>. Pero lo que más divertía y atraía a los visitantes fue un juego de seis <<cuernos de los Alpes>> de fibra de vidrio de tres metros y medio de largo, en los cuales podía ponerse a prueba los pulmones soplando fuerte para oír el sonido de los Alpes.
El recorrido por el pabellón mostraba un pequeño país con una imaginación desbordante, que comenzaba en la planta baja con la puerta-escultura de dragón. Este espacio albergaba un stand de información y la tienda o <<Kitschosco>> del pabellón, donde el visitante podía adquirir los famosos relojes suizos, navajas y chocolates entre otros artículos.
Una ventana con una cortina de agua mostraba el sentido diario de la vida mediante una fotografía del Monte Cervino, que mostraba la aparatosa caída en la que perdieron la vida cuatro alpinistas.
En una vitrina se mostraban objetos relacionados con las costumbres populares y la música tradicional del país, que recuerdan la Suiza primitiva. En frente se exhibía el Oscar obtenido por los suizos H.R.Giger y Xavier Koller.
Un monitor mostraba la variedad de música popular de Suiza. En frente, como contrapunto, se levantó <<Endlose Saule>> (Columna sin final), compuesta de varios centenares de discos, obra del joven ginebrino Christian Marclay.
Cuatro vacas suizas, con nombres propios, como Diane, reina de los pastos alpinos, permanecieron vigilantes en la entrada de la segunda zona de exposición. El visitante podía leer un rótulo donde sobre estas vacas de lidia pertenecientes a la raza Eringen, del cantón de Valais.
En una vitrina se exhibió un trineo, el medio de transporte más solicitado para cruzar los Alpes. Frente a esta vitrina se proyectaba un espectáculo audiovisual creado por la artista Anna Winteler, que mostraba una reflexión artística sobre las montañas. A través de la superposición de imágenes del paisaje alpino y las olas del mar creaban un paisaje único.
La exposición de la segunda planta a la que el visitante también podía acceder por las gradas de madera, en una visita más rápida, albergaba obras y un recuerdo de suizas y suizos sorprendentes. Algunos de estos artistas filósofos, poetas, etc, eran extranjeros pero vivieron y trabajaron en Suiza. Más de trescientos retratos mostraban a personajes de Suiza.