Los arquitectos sevillanos Pedro Silva, Antonio Cano y Manuel González realizaron el diseño de una de las avenidas más importantes de las cincos que estaban integradas en la Expo’92, la número 3, constituyó el eje principal Este-Oeste de la Exposición.
Esta singular avenida de 564 metros de largo por 80 metros de ancho, une el Camino de los Descubrimientos con la Puerta Oeste durante la Expo, (Puerta Aljarafe) y también con el apeadero que recibía a los pasajeros que viajaban hasta el reciento en el tren de Alta Velocidad, conectando Madrid con Sevilla en menos de tres horas.
La Avenida fue estructurada como un espacio abierto lineal, el mismo se dividía en dos zonas principales: el área de influencia de la Puerta Oeste y la avenida propiamente dicha.
El agua, la vegetación y las sombras textiles fueron sus elementos básicos, de esta manera algunos especialistas la denominaron la avenida Verde de la Exposición Universal y finalmente avenida de las Palmeras.
Para los autores del proyecto, el concepto de avenida Verde implicaba pintar de ese color la amplia vía de entrada por el Oeste del recinto, cuidando esencialmente la abundancia vegetal.
El agua, considerada como el origen de la vida, apareció como una fina y estilizada línea de unión de los elementos que la contienen, ya fueron de fuentes, estanques o la propia esfera bioclimática que corona dicha avenida junto a cascadas, saltos, surtidores de agua, especies aromáticas de inolvidable perfume, con lo que los visitantes imaginaban un ambiente, inundado de acogedora sombra, similar a la de un oasis.
Un gran palmeral, ideado como sala hipóstila, remató el exterior de la Puerta Aljarafe con una estructura de sombra en forma de inmensa paloma.
Una vez atravesada la puerta de entrada Oeste de la Expo’92, el visitante se hallaba en una gran plaza, donde de pronto se encontraría con uno de los elementos más característicos de dicha avenida: una gigantesca esfera azul de 22 metros de diámetro, sustentada en el aire.
La gran esfera bioclimática, representa el nacimiento del mundo, había sido concebida como un volumen inserto en una niebla o nebulosa, constituida por una capa de agua pulverizada que proyectaba desde su propia estructura tubular esférica.
Diez meses ininterrumpidos de labor, desde mayo de 1989 hasta marzo de 1990 fueron los que necesitaron estos profesionales andaluces para dar forma a tan interesante trabajo creativo cuyo proyecto fue presentado en aquel mes de mayo.
