Tal día como hoy un 25 de noviembre de 1991 el río Guadalquivir volvía a ser navegable por su antiguo cauce, tuvo que pasar cuarenta y seis años para que se volviera abrir el río a la ciudad de Sevilla y desapareciera el famoso tapón de Chapina.
Aunque en aquellos últimos días de noviembre de 1991 aún no habían concluido con totalidad las obras para desaterrar del tapón de Chapina, las embarcaciones podían pasar desde aquel día bajo el nuevo puente del Cachorro.
Hasta final del año 1991 continuaron los trabajos de acondicionamiento de las márgenes en los cuatro kilómetros de río, de esta forma se recuperaba la integridad histórica de uno de los ríos más cantados del mundo, el Guadalquivir, que volvía a entrar en Sevilla a resguardo ya de las riadas que obligaron a taponarlo.
Para hablar del famoso taponado de Chapina nos tenemos que trasladar a 1948, un año lleno de importantes inundaciones por las que se veía afectada la ciudad de Sevilla por el Guadalquivir, para ello se creó un nuevo cauce por la Cartuja, que se unió en San Juan de Aznalfarache con el antiguo cauce abandonado mediante la creación del canal Alfonso XIII, y se taponó el río en Chapina, la entrada norte del río en la ciudad.
Quedaba de este modo la dársena, que recibe en su totalidad el nombre de canal de Alfonso XIII, como un brazo muerto del río, cerrado al norte por el citado tapón, y al sur por la esclusa del puerto.
Con las obras de la Expo 92, se volvió a abrir el tapón de Chapina, desplazándose más al norte, hasta la zona de San Jerónimo, donde se encontraba un parque y una estación depuradora de aguas residuales, aunque, en esta ocasión, el cauce y el río se encontraban comunicados por conducciones subterráneas cuyo caudal es regulable.
La unión del meandro de San Jerónimo con la dársena del Guadalquivir, cuyas aguas pasaban aquellos días nuevamente por debajo del Puente del Cachorro, permitieron desde aquel día que accedieran a la Expo embarcaciones desde Sevilla, aunque la operación del dragado del antiguo tapón de Chapina no había concluido, el paso de pequeñas embarcaciones ya permitía contemplar la Expo desde nuevos ángulos.
De esta manera quedaría el río abierto a la ciudad ofreciendo una imagen que incluso hoy en día sigue sorprendiendo a todos y es un fiel reflejo del legado de la Exposición Universal de Sevilla.