El Pabellón de Polonia estuvo situado en la llamada Avenida 5, junto al de China y haciendo esquina con la Avenida de los Naranjos.
Compartió parcela con el Pabellón de Bulgaria, diseñado por el arquitecto español Fernando Mendoza Castells, el pabellón de Bulgaria-Polonia fue de planta cuadrada, estando surcado por una banda a la manera de corredor que unía a ambos.
Sin grandes alardes arquitectónicos, este edificio, de líneas sobrias y carácter hermético, fue, en el mundo de la simbología arquitectónica, un trasunto del alma de aquel país, a caballo entre la cultura helenista y la rusa de aquende los Urales, y, por ello, puente simbiótico de unión entre el Mediterráneo y el Mar Negro.
En cuanto a los contenidos, el mensaje central del Pabellón de Polonia fue la lucha contra la sumisión intelectual y por la libertad de pensamiento del hombre, que tanta influencia ha tenido en la independencia cultural de Polonia a lo largo de su historia.
También trató la obra de Nicolás Copérnico, así como la de la Escuela de Matemáticas de Varsovia.
El presidente de Polonia, Lech Walesa visitó la Exposición Universal de Sevilla durante su Día Nacional de su país en el recinto de la Cartuja asegurando, tras un breve recorrido por la Expo con el que el dirigente polaco abriría las visitas de Jefes de Estado a la Isla de la Cartuja.
Walesa expresó aquella jornada que ver la Expo fue alentador y ese sentimiento no se puede medir con dinero. Quizá la Exposición Universal no sea rentable en la actualidad, pero es un proyecto de futuro que con toda seguridad dará sus frutos, comentaba el presidente de Polonia durante su jornada de Honor en la Exposición.
A juicio de Walesa, una de las imágenes que más le habían impresionado de la Expo 92 había sido la combinación de la técnica y la naturaleza.
El premio nobel de la Paz, en tono distendido, bromeó diciendo que durante su visita a la Expo había echado de menos una caña y un anzuelo para pescar en el Lago de España, ya que le habían dicho que incluso había peces.