Llega el momento de recordar en la Expo-Hemeroteca una de las fechas más triste de la Expo’92, para ello nos trasladamos al lugar y hora del incendio del pabellón de los Descubrimientos de la Exposición Universal de Sevilla, dicho incendio se produjo sobre las 13:35 horas del 18 de febrero de 1992, dos meses antes de la inauguración de la Muestra y que dejó prácticamente irrecuperable parte del pabellón que iba a ser uno de los cinco edificios emblemáticos de la muestra y que las llamas arrasaron con todos sus contenidos en un incendio que se prolongó durante más de tres horas.
El inmueble estaba terminado y en su interior se desarrollaban los trabajos de decoración e instalación de contenidos, que también resultaron destruidos.
El presidente de la Sociedad Estatal Expo 92, Jacinto Pellón, calificó el siniestro de «ruina total» y añadió que la muestra contaría con «un pabellón menos«. La Expo afrontaba esos dos meses previos la fase crucial de difusión.
«Nos encontrábamos amontonando maderas cuando comenzamos a ver humo. Todo ha sido muy rápido. Sólo he visto un panel con una lona ardiendo y eché a correr«. Con la cara tiznada, Manuel Fernández, un empleado de la empresa Morfos que trabajaba en el interior del edificio, describió a los periodistas el brote del incendio.
El fuego se expandió inmediatamente por todo el edificio, que almacenaba grandes cantidades de corcho, pintura, madera y poliespán, materiales altamente combustibles.
Varios técnicos declararon que el centro de transformación, la bandeja de cables, los sistemas de climatización y refrigeración quedaron reducidos a cenizas.
Silvia, que pintaba entonces la esfera armilar copernicana, uno de los símbolos del inmueble, aseguró que los extintores no tenían potencia: «Tuvimos que dar un salto desde el andamio».
El Pabellón de los Descubrimientos fue un edificio paralelepípedo de base rectangular dividido en ocho módulos cuadrados con una altura de 25,2 metros, diseñado por el arquitecto Javier Feduchi.
Su estructura, construida fundamentalmente con aluminio, se convirtió en una antorcha en pocos minutos, pese a la inmediata actuación de todas las dotaciones -unas 15 unidades- del parque de Bomberos de Sevilla.
La espesa columna de humo se podía contemplar desde casi toda la ciudad. Los sevillanos se paralizaron para contemplar con morbo lo que el propio Jacinto Pellón calificó como «un verdadero incendio«.
Todos los operarios que trabajaban en el interior del Pabellón lograron alcanzar la calle sin que ninguno de ellos sufriera heridas de consideración. No obstante, los dos últimos en salir fueron evacuados en ambulancia con síntomas de intoxicación por inhalación de humo.
El incendio se vivió con gran nerviosismo. Más de un millar de trabajadores se concentraron en los alrededores del edificio en llamas, muchos de ellos llorando de impotencia. La histeria, la desolación y el cruce de órdenes presidieron los primeros instantes. Hasta que la policía acordonó los aledaños pasó más de media hora. Sólo cuando un agente argumentó que había depósitos de combustible y de gas que aún no habían sido controlados, los curiosos se alejaron de la zona.
Cuando el fuego comenzó a estar controlado, Jacinto Pellón compareció ante la prensa.
El presidente de la Sociedad Estatal confirmó que el pabellón había quedado «destrozado» y que no estaría en la muestra. Pellón aseguró que los materiales del inmueble estaban recubiertos de pintura ignífuga y el edificio en su totalidad cumplía todas las normas de seguridad. «Si el pabellón hubiera estado en funcionamiento, esto no habría ocurrido«, sentenció.