El único hotel ubicado en la Isla de la Cartuja en aquel 1992, el Príncipe de Asturias, abrió sus puertas definitivamente en aquella jornada. En una carrera contrarreloj para tenerlo a punto en las primeras semanas de la Exposición Universal de Sevilla, la compañía americana Radisson que se hizo cargo del complejo hotelero presentó aquel 11 de Mayo las dos primeras torres abiertas del hotel que ocuparía en su primera jornada inaugural ochenta de sus 295 habitaciones.
Después de tres semanas de la apertura de la Muestra Universal, el único hotel ubicado en la Isla de la Cartuja en 1992 abría sus puertas al público que visitaba Sevilla durante la Expo’92. Si bien la inauguración en un primer momento no fue completa, ya que quedó un tercer atrio que se entregaría un mes después.
Este peculiar hotel fue diseñado en 1989 por Javier Carvajal Ferrer, uno de los arquitectos españoles más emblemáticos del Siglo XX que ya había trabajado en otras exposiciones a nivel mundial como en la Feria Mundial de 1964 en Nueva York, diseñando el Pabellón de España o el Hotel Príncipe de Asturias para la Expo’92 que fue ideado con arreglo a unos conceptos básicos.
El hotel está dividido en tres núcleos de traza circular, que simbolizan las tres carabelas de Colón, soporte físico del Descubrimiento de América. Conformado por un toque Arábigo-Andaluz representado en sus edificios con una vida interior alrededor de los patios.
Este edificio está enmarcado con un empleo de la línea curva en el interior como paradigma de lo agradable y la flexibilidad.
El edificio sorprende al huésped con sus líneas limpias y fotogénicas, un buen lugar para descansar en aquellos seis meses de la Exposición Universal de Sevilla y que se complementaba con su gran terraza donde los visitantes descansaban de una forma muy agradable.
En los tres edificios de gran altura y luminosidad en el interior de los mismos se emplearon materiales básicos con ausencia de adornos no estrictamente funcionales.
El Hotel Príncipe de Asturias durante la Exposición aportó un número de doscientas noventa y cinco habitaciones en total, de ellas diez fueron suites, la mayoría de ellas con piscina y jardín privado. Los precios durante la Muestra Universal oscilaban de cincuenta mil pesetas por habitación doble, cuarenta mil por individual, ciento cinco mil pesetas por las suites, y doscientas mil por la suite Real Príncipe de Asturias.