03-10-1989. Se presenta oficialmente el Jardín del Guadalquivir

#expohemeroteca: 3 de octubre de 1989

Vista aérea del Jardín del Guadalquivir.
Vista aérea del Jardín del Guadalquivir.

La Organizadora de la Expo presentó aquel 3 de Octubre de 1989 a los medios de comunicación sevillanos el denominado Jardín del Guadalquivir, un parque de quince hectáreas que pretendía ser un compendio de la historia de la jardinería y que desde su proyecto inicial ya tenía carácter permanente después de la Muestra Universal, por lo que sus posibilidades de uso estaban orientadas no sólo a la celebración de la Expo sino también a la vida de la ciudad y, más concretamente, de su casco histórico, con el que está conectado mediante las pasarelas de la Barqueta y la Cartuja, entre las que se sitúa.

Construcción del Jardín del Guadalquivir en el año 1988.
Construcción del Jardín del Guadalquivir en el año 1988.

La construcción de este parque que llegó albergar durante la Expo 92 unos cinco mil árboles, veinticinco mil arbustos y dos kilómetros de seto, además de contar con cuarenta fuentes situadas en siete jardines de distinto tipo y que supuso una inversión de setecientos millones de las antiguas pesetas.

Las características de este parque, realizado según el proyecto del arquitecto y paisajista madrileño Jorge Subirana, fueron explicadas aquella jornada sobre el terreno por Ginés Aparicio, director de la División de Proyectos y Construcción de la Expo 92, que indicó que las obras estaban ya prácticamente ultimadas y que, a la espera de una serie de plantaciones que se habían podido realizar durante el verano y del normal crecimiento de los árboles y arbustos, ofrecía ya el aspecto que tendría en 1992.

Fuente central del Jardín.
Fuente central del Jardín.

Según la organizadora de Expo 92, los criterios sobre los que se había basado el diseño y la ejecución del proyecto del Jardín del Guadalquivir derivaban del hecho de que el parque pertenece tanto a la Expo como a la ciudad y constituyó, en cierto modo,  un puente en el tiempo y en el espacio entre la fachada de Sevilla al Guadalquivir y el recinto en la margen derecha del meandro de San Jerónimo, en el espacio comprendido entre las pasarelas de la Cartuja y Barqueta, aunque más próximo a esta última y que se asomaba al río y a la ciudad como un jardín de ribera.

Jardín del Guadalquivir junto al puente de la Barqueta.
Jardín del Guadalquivir junto al puente de la Barqueta.

Dado que formaba parte del recinto de la Expo que ya se construía durante aquellos años, el parque estaba integrado al conjunto, pero al mismo tiempo, y debido a su carácter permanente, debía dar acogida a las funciones relacionadas con la vida normal de la ciudad u más concretamente del casco histórico, cuya carencia de espacios verdes y zonas de esparcimiento era extrema y representa un problema de difícil solución si no es, como es este caso, recurriendo a las posibilidades de expansión que ofrecen los terrenos de la Cartuja.

La Torre Mirador Banesto fue uno de los emblemas del Jardín del Guadalquivir.
La Torre Mirador Banesto fue uno de los emblemas del Jardín del Guadalquivir.

Según sus promotores, el Jardín del Guadalquivir debe ser un espacio activo en contraposición de los meramente contemplativos y de paseo y su diseño debe contribuir a potenciar su utilización por adultos y adolescentes y no sólo por niños o personas mayores en situación de ocio forzoso. Además se planteó como un espacio con carácter propio, capaz de albergar una vida independiente de lo que ocurriera en otras zonas del recinto durante la Expo.

Morfológicamente, el parque se dividió en siete tipos distintos de jardines que en un recorrido sur-norte pretendía ser un compendio de la historia de la jardinería. En este sentido, se planteó inicialmente un denominado Jardín de los orígenes del suelo, un espacio semisalvaje conformado por berrocales y rocas de distintos tipos, gravas, arenas, agua y plantas que siguiendo una graduación desde lo más árido hasta lo más húmedo y frondoso simbolizaba la formación del suelo cultivable.

Las plantas aromáticas abundaban en el Jardín del Guadalquivir.
Las plantas aromáticas abundaban en el Jardín del Guadalquivir.

Posteriormente se sitúa el Jardín acuático, configurado por un gran estanque atravesado por una pasarela que prolonga uno de los ejes del recinto.  Un tercer estadio de esta historia de la jardinería fue llamado Jardín de aromáticas y medicinales que simbolizaba los antiguos huertos de los conventos en los que se guardaban los secretos de las propiedades de las plantas.

Estanques del jardín acuático.
Estanques del jardín acuático.

Siguiendo el eje sur-norte, se llega al Jardín de las rosáceas, que ya adoptó un trazado deliberadamente ordenado y simétrico con paseo y parterres, inspirado en la estructura del huerto medieval o renacentista y en el que se sitúa una pirámide, símbolo de la estabilidad y de la permanencia en el tiempo.

De ahí se pasaba a los Jardines de descanso, conformados por dos patios unidos por un canalillo de agua, rodeados por muros de laurel que los aislaban, y algunos bancos donde poder leer los libros que se podían tomar prestados en un kiosco instalado al efecto durante los años previos de la Muestra.

Canalillo de agua que dividía las dos zonas.
Canalillo de agua que dividía las dos zonas.

Las dos últimas zonas que completan la totalidad del parque serían los Salones del eje principal, planteados como espacios de grandes perspectivas de superficie de suelo libre y de avenidas cubiertas por alineaciones y emparrados o pérgolas, un jardín de la urbanidad, donde se pasea para ver y ser visto y finalmente, los jardines de los juegos y distracciones, donde se pueden encontrar desde un laberinto, kioscos de títeres y marionetas, exposiciones al aire libre y todo tipo de juegos infantiles.

El laberinto forma parte de los jardines de juego en el Jardín del Guadalquivir.
El laberinto forma parte de los jardines de los juegos en el Jardín del Guadalquivir.