La nación magrebí había sorprendido a todos con uno de los edificios más bellos de la Muestra Universal, elegido por la mayoría de los turistas como uno de los favoritos para hacerse fotos.
Sevilla tuvo la suerte de que este pabellón se construyera con carácter permanente para el disfrute de todos en la Isla de la Cartuja.
Centenares de artesanos trabajaron en lucha contra el reloj para terminarlo a tiempo para la inauguración. Su esfuerzo mereció la pena, ya que es uno de los pabellones más recordados de la Expo 92.
Entrando en el pabellón durante la Muestra, se observaba que estaba presidido con un gran retrato del Rey Hassan II. Su quinto hijo, Su Alteza Real el príncipe Moulay Rachid, representó a Marruecos en su Día Nacional en la Exposición Universal de Sevilla.
El diseño del pabellón, obra del arquitecto francés Marc Pinseau, se basó en los principios de trazados regulares que respondían a la gran tradición árabe de la geometría. Las fachadas de vidrio, con sus puertas monumentales y sus fuentes sobre las que corría agua a modo de cascada, invitaban al visitante a un viaje por el fascinante mundo árabe.
El edificio en forma de estrella con ocho puntas constituye en sí mismo el contenido del pabellón. La belleza arquitectónica, tanto en el interior como en el exterior, es su seña de identidad junto con las artes populares en donde se incluye tanto la artesanía marroquí como la música y las danzas.
Un gran patio octogonal con una fuente con fondo de vidrio que permite ver la planta inferior es el corazón del pabellón que sigue manteniéndose igual después de 30 años. A través de él, el visitante puede acceder a cualquiera de los niveles del edificio. Una de las atracciones del pabellón de Marruecos es el <<Kouba>>, el techo móvil en forma de cúpula, que se abre sobre el patio.
Grupos populares de música y danza de Marrakech y Bouquedir (del sur de Marruecos) convirtieron en una especie de ritual el momento en el que el techo se abría o se cerraba durante las jornadas en la Expo 92.
Enrejados de listones de madera, usados para cerrar ventanas o balcones; mosaicos compuestos de pequeñas piezas de barro cocido esmaltado y tallado a mano; motivos decorativos geométricos o florales pintados sobre madera; yeso cincelado por artesanos; y murales realizados con arena, cal huevos y jabón negro, aplicado y pulido con una piedra lisa, conformaban los elementos decorativos del edificio marroquí, en cuya construcción han participado aproximadamente seiscientos artesanos.
La única exposición del pabellón, estuvo situada en la planta baja, una muestra de una colección de esculturas romanas de bronce del patrimonio histórico marroquí. Repartidas, también, por esta planta se encontraba una serie de fotografías de Hassan II y su familia.
El arte culinario marroquí, de influencia árabe, turca y andaluza, tenía su representación en el restaurante <<La Mamounia>>, situado en la última planta del pabellón. Tan peculiar como el restaurante fue la tienda. Las típicas chilabas se podían adquirir por 4.000 de las antiguas pesetas, junto a otros artículos típicos, como las conocidas babuchas, joyeros de madera, bandejas labradas, teteras, muñecas típicas y una amplia variedad de objetos de cerámica entre otros artículos.
Marruecos se sintió en Sevilla como en su propia casa dijo aquella jornada el hijo menor del Rey Hassan II, el príncipe Moulay Rachid, durante la celebración del día de su país en la Expo, una de las jornadas nacionales que mayor realce y colorido habían alcanzado en la Muestra Universal. Los actos tuvieron como escenario el Palenque, decorado con alfombras expresamente enviadas por la Casa Real marroquí, y el propio pabellón alauita.