Alemania celebró aquella jornada su Día Nacional en la Exposición Universal de 1992, donde se presentó al mundo, después de cincuenta y dos años, como un solo país. El presidente de la República Federal de Alemania, Richard Von Weizsacker, llegó aquel día a Sevilla para representar a su país en los actos protocolarios y culturares para conmemorar su Día de Honor en la Isla de la Cartuja.
En el mensaje del presidente de la RFA que se incluyó en el libro oficial del pabellón, Weizsacker resaltó la responsabilidad especial de Alemania, conjuntamente con los demás países, de mantener la paz y el progreso futuro del mundo en que vivimos.
<<Confiemos en que la Expo 92 contribuya a profundizar la cooperación pacífica de toda la humanidad y constituya un nuevo paso hacia el entendimiento mutuo de los pueblos>> señaló Weizsacker.
El presidente hizo también referencia a que la aportación de la RFA amortizó la nueva idea que se tiene hoy en día sobre la finalidad de las exposiciones universales del presente y que Sevilla lideraría posteriormente en todos los modelos de Exposiciones siguientes.
Las relaciones hispano-germanas contaban con una tradición larga y positiva, que se remontaba a la era de los Descubrimientos, cuando en el reino de Carlos V, donde jamás se ponía el sol, ambos países fueron parte de una comunidad durante algún tiempo.
El pabellón alemán ofreció en Sevilla una visión de conjunto de la realidad alemana en toda su diversidad, reflejando el pasado, el presente y el futuro.
Uno de los reclamos del pabellón alemán fue el recuerdo del famoso muro de Berlín, ya que no era necesario viajar a esta ciudad para ver los restos del muro que a finales de la II Guerra Mundial partió en dos el corazón de la ciudad y que dividió familias y conmocionó al mundo entero. No había visitante en la Expo que no pasara por el pabellón de Alemania sin hacerse una foto frente a este ya simbólico muro de la discordia.
El pabellón de Alemania fue una de las mayores atracciones de la Avenida de Europa en la Expo 92, ya que su pabellón lo formaba un tejado elíptico de dimensiones similares a las de un campo de futbol. Apoyado sobre un mástil de cincuenta y cinco metros de altura y cubriendo la superficie del pabellón, se extendió la elipse del techo de sombra, que protegía al pabellón del sol sevillano.
La fachada destacó por su cortina transparente, una red de cuerdas de acero ondulada, sobre la que se había fijado placas de policarbonato. Este telón de cristal sirvió de enlace entre el exterior y el interior, y dejaba pasar amortiguada la luz que predomina en Sevilla.
En el espacio exterior del pabellón se veía un gigantesco tiovivo de bufones, pícaros y aventureros, que representaban a figuras de la literatura alemana: don Juan, el doctor Fausto, Don Quijote, Sancho Panza, la Madre Coraje y Till Eulenspiegel. Este tiovivo había sido realizado por un grupo artístico de Berlín, que supo captar la atención de los visitantes formando coro desenfadado de marionetas que se movían mezclando diferentes épocas y culturas.
<<Visiones e Impresiones>> fue el tema elegido por el pabellón alemán, con el que quiso subrayar el pasado, presente y el futuro conjugado de modo entretenido, bajo cuatro temas distintos: Ciudad y vida urbana, Naturaleza y medio ambiente, Descubrimientos e inventos y El sueño de volar.
Justamente en la entrada del pabellón el visitante podía encontrar una de sus mayores atracciones de los contenidos de este pabellón: los restos originales del muro de Berlín. Entre las miles de pintadas y graffitis del Muro destacó una con letras azul y blanca donde podía leerse <<No Europe Whitout Berlín>>, haciendo hincapié en la importancia de la Alemania unificada en la Comunidad Europea.
El visitante proseguía su camino hacia la Puerta de Brandemburgo, desfigurada por medios expresivos que la hacían casi transparente. A través de ella se divisaba un horizonte circular con collages que representaban torres como la de Babel, la Giralda, y rascacielos.
En el pabellón de Alemania se trató con especial relevancia el tema de la protección del medio ambiente, simbolizado en un árbol, que a través de unas técnicas de luces se transformaba desde un verde radiante a un gris triste que lo hacía languidecer.
El árbol, realizado en cartón-piedra hundía sus raíces en la basura de las ciudades, Se encontraba dentro de un cubo de vidrio de diez metros de altura, totalmente hermético, que simbolizaba nuestro medio ambiente que necesitaba ser protegido.
Antes de pasar a la zona que albergaba la exposición de los Descubrimientos e inventos, el visitante debía guardar una pequeña cola para entrar en la Caja de las ilusiones, donde podía verse imágenes proyectadas en todas las paredes del cubo.
En la exposición de los Descubrimientos e Inventos, los visitantes iban recorriendo una pasarela que transcurría por debajo del aeroplano de Lienthal y otros objetos voladores del pasado. El visitante entraba en el Zeppelín LZ 127, que en su vuelo inaugural de la línea aérea entre Alemania y Sudamérica hizo escala en Sevilla, con motivo de la Exposición Iberoaméricana de 1929.
Esta zona mostró cuatro superficies de proyección simultánea que mostraban las facetas históricas de la aviación de Alemania.
El recorrido continuaba por una rampla por la que se llegaba a la terraza restaurante <<Berlín>> donde el visitante podía degustar una variada selección de platos a la carta, donde destacaba las Salchichas de Frankfurt.