La Comunidad Autónoma de La Rioja celebró aquella jornada su Día de Honor en la Expo, presidido por José Ignacio Pérez Sáenz, presidente de la Rioja.
Esta comunidad organizó un conjunto de actos culturales y protocolarios en los que estuvo presente Federico Pérez Soria, presidente de la sociedad anónima <<La Rioja 92>>, creada para gestionar la participación de la comunidad riojana en la Exposición Universal de Sevilla 1992.
El Gobierno de la Rioja eligió para su pabellón el proyecto presentado por los arquitectos riojanos Julián Torres y Raúl Gonzalo, compuesto por un edificio sobrio, claro y elegante, sobre una superficie de 1.883 metros cuadrados. El interior se dividió en un semisótano que incluyó la bodega, una planta baja y tres plantas, que incluyeron los contenidos y las oficinas de los responsables del pabellón.
El criterio de selección seguido para organizar la presencia de La Rioja en la Expo había supuesto un gran esfuerzo de síntesis. Se había procurado que la realidad sociopolítica de la Rioja apareciera reflejada a lo largo de diferentes sectores de influencia: yacimientos paleontológicos, lengua y vino. La Rioja estuvo presente más allá de su pabellón y del recinto.
Entre las atracciones del pabellón se encontraba la mascota <<Dino>>, símbolo de los importantes yacimientos que existen en la Comunidad Riojana de huellas de dinosaurios. La mascota de color verde y rojo, representó la calidad de vida de esta región, al ser un muñeco jovial, alegre y desenfadado.
El pabellón de la Rioja se situó entre los pabellones de Cantabria y Murcia junto al borde del Lago, en el espacio destinado a las Comunidades Autónomas. La participación de la Rioja en la Expo persiguió la íntima relación entre la esencia de esta región y su manifestación arquitectónica, reflejada en un pabellón simple y sobrio. La imagen exterior combinaba elementos de arquitectura actual con materiales (piedra arenisca, mármol traslúcido, etc) de gran tradición y valor histórico.
En el lado izquierdo de la entrada se encontraba la tienda, donde el visitante podía adquirir botellas de vino de La Rioja, jarrones de barro y libros de colecciones de etiquetas de botellas.
El recorrido por el pabellón comenzaba en la planta baja, donde se exhibía una copia de uno de los libros más importantes de la historia del castellano: <<Las Glosas Emilianenses>>.
El recorrido continuaba en la primera planta, donde el visitante podía contemplar una exposición permanente representada por siete figuras alegóricas. Una de las vitrinas que más atraían al público es la de <<La Rioja, despensa natural>>, representada por un pimiento gigante realizado con tapas de las latas de conserva.
<<La Rioja, paraíso del vino>>, mostró unas botellas de vino guardadas en una caja fuerte, como el gran tesoro que es para la región.
En una sala de proyecciones se exhibió una película de 12 minutos de duración que mostraba la historia de esta región. Al final se mostraba los productos típicos de la huerta riojana, el espárrago, el pimiento, el queso, la miel y la industria chacinera, que conquistaban de inmediato al estómago del visitante.
En el sótano del pabellón el visitante entraba en una bodega típica, que recreaba la sensación de frescor, recogimiento y nobleza que se siente en un calado riojano.
Los grupos de danzas de Calahorra, San Asensio, Briones y Anguiano, así como las actuaciones de la Escuela de Dulzainas, amenizaron la jornada del Día de Honor de la Rioja presidido por el titular del Gobierno autónomo de esa comunidad, José Ignacio Pérez Sáenz, que comentaría aquella jornada que la intención que ha guiado a la hora de construir el pabellón en la Expo fue la de hacer la casa del Sur de La Rioja.
El comisario general de la Expo 92, Emilio Cassinello añadió que los pueblos no sólo se conocen por su pasado, sino también por sus gentes y sus productos.