La Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y el comité internacional de la Cruz Roja (CICR) aprobaron aquel 6 de Mayo de 1990 el proyecto del pabellón que representaría a ambas instituciones en la Exposición Universal de Sevilla.
El comisario del pabellón del movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en la Expo’92, Leocadio Marín, manifestó aquella jornada en Ginebra el visto bueno de los presidentes de la Liga, Mario Villarroel, y del Cicr, Cornelio Sommaruga que dieron sobre el proyecto del pabellón.
Ambos presidentes se mostraron de acuerdo con el dinamismo que pretendía lograr esta construcción, en la que no solo se expuso la obra humanitaria del movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, si no que pretendieron que los visitantes entraran en contacto con las actividades de estas organizaciones durante el recorrido que efectuaban por el pabellón durante los seis meses de la Muestra Universal de Sevilla.
Durante la celebración de la Expo’92, alrededor de 2000 voluntarios de las citadas entidades efectuaron ejercicios de socorrismo, en los que participaron los visitantes del pabellón.
En un túnel que se construyo en el interior del pabellón se simularon los efectos de algunas catástrofes naturales por medio de sistemas audiovisuales y aparatos mecánicos que daban movilidad al suelo.
Este pabellón ocupó 1600 metros cuadrados en el recinto de la Isla de la Cartuja, aunque para la Expo’92 dispuso 3200 metros cuadrados.
El comisario del pabellón, Leocadio Marín señaló aquel día durante la presentación del proyecto que la simbología del pabellón entroncaba con la Era de los Descubrimientos, por lo que la construcción estaba coronada por un mástil que se asemejaba al de un barco, y en su diseño, incluía rampas de accesos a todas las dependencias del mismo y que representaba los desequilibrios existentes en el mundo, que justifican la acción de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.