Reviviendo la magia de la Expo: Las visitas guiadas de Legado Expo Sevilla en la Cartuja.

El pasado sábado 26 de abril, la memoria viva de la Exposición Universal de Sevilla 1992 cobró un protagonismo especial gracias a la iniciativa de los miembros de Legado Expo Sevilla. En una jornada marcada por el interés y la nostalgia, más de 400 personas se sumergieron en un recorrido guiado por el emblemático recinto de la Isla de la Cartuja. Los participantes tuvieron la oportunidad de revivir la magnitud y el espíritu innovador que impregnaron este espacio hace más de tres décadas, de la mano de quienes vivieron intensamente aquel hito histórico.

La pasión y el conocimiento de los miembros de Legado Expo Sevilla enriquecieron la visita con anécdotas y detalles que a menudo escapan a la mirada superficial. En el antiguo Pabellón Plaza de África, se recordó su vibrante atmósfera multicultural y la diversidad de expresiones artísticas y artesanales que albergó, un crisol de identidades que reflejaba la riqueza del continente africano. Los guías compartieron historias sobre las representaciones musicales y danzas que llenaban sus espacios, transportando a los visitantes a un mundo de ritmos y colores.

El Pabellón de México en la Expo ’92 de Sevilla fue concebido como una pirámide plana, evocando los templos prehispánicos y buscando establecer un diálogo entre el pasado ancestral del país y su presente. Su diseño, obra del renombrado arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, se articulaba en dos espacios principales conectados por un puente peatonal.

Al ingresar, los visitantes eran recibidos por una imponente «X» de 18 metros de altura, símbolo del cruce e integración de culturas que México representa. Esta estructura se erigía sobre una plaza de acceso, marcando la entrada al pabellón.

El elegante Pabellón de Francia evocó la sofisticación y el vanguardismo del país galo. Se resaltó su arquitectura moderna y cómo esta se integraba con la naturaleza circundante. Los visitantes pudieron conocer detalles sobre las muestras de alta tecnología, la moda y la gastronomía francesa que se exhibieron en su interior, dejando una impronta de excelencia y creatividad.

Una parada obligada fue el Pabellón de España, corazón de la exposición. Los miembros de Legado Expo Sevilla compartieron curiosidades sobre su diseño, que fusionaba tradición y modernidad, y cómo se convirtió en un símbolo de la identidad española contemporánea. Se recordaron las diversas exposiciones que abarcaban desde la historia y la cultura hasta los avances científicos y tecnológicos del país.

Cruzando fronteras imaginarias, el Pabellón de Portugal ofreció una ventana al encanto lusitano. Se destacaron los elementos arquitectónicos que recordaban a las carabelas y la importancia de la navegación en la historia del país. Los guías compartieron detalles sobre las exposiciones que mostraban su patrimonio, su música melancólica del fado y la calidez de su gente.

Nuestras rutas guiadas continuaron finalmente con otros pabellones de gran arquitectura como el Pabellón de Italia donde se transportó a los visitantes al corazón del arte, la historia y el diseño italianos. Se recordó su imponente fachada y cómo esta daba paso a un interior que celebraba la creatividad y la belleza en todas sus formas, desde las obras de arte clásicas hasta las últimas tendencias del diseño industrial.

Cada pabellón, a través de las detalladas explicaciones y anécdotas compartidas por Legado Expo Sevilla, revivió el espíritu de un evento que marcó un antes y un después en la historia de la ciudad y dejó una huella imborrable en la memoria colectiva.

La gran sorpresa de nuestras visitas guiadas fue la visita al interior del reciente restaurado Pabellón de Hungría, este edificio se distinguió por su arquitectura orgánica y simbólica, obra del renombrado arquitecto Imre Makovecz. Su diseño buscaba evocar las siete tribus magiares que fundaron Hungría, representadas a través de siete torres de madera de formas singulares y alturas variables, creando un perfil dinámico y reconocible.

La madera fue el material protagonista, tanto en la estructura como en el revestimiento exterior, otorgando al pabellón una calidez y una conexión con la naturaleza que contrastaba con otros edificios más tecnológicos. Las cubiertas de pizarra y los detalles en madera tallada añadían una riqueza artesanal al conjunto.

La entrada principal conducía a un espacio interior inmersivo, donde la penumbra, los sonidos ambientales (voces de niños, llantos, música) y un breve audiovisual buscaban transmitir la historia y la identidad húngara de una manera emotiva y sensorial. Un elemento destacado en el interior era el «Árbol de la Vida», una escultura simbólica que representaba la conexión entre el cielo y la tierra, un motivo recurrente en la mitología húngara.

El pabellón, pese a su apariencia orgánica, incorporaba elementos de modernidad en su concepción espacial y en la manera de presentar la información. Se buscaba crear una experiencia que trascendiera la mera exposición de objetos, apelando a los sentidos y a la emoción del visitante.

Curiosamente, a pesar de las dificultades económicas que atravesaba Hungría en aquel momento, el país invirtió una suma considerable en la construcción y presentación de su pabellón, lo que subraya la importancia que le otorgaron a su participación en la Expo ’92.

Tras la exposición, el Pabellón de Hungría ha tenido diversos usos, incluyendo el de Pabellón de la Energía Viva. En la actualidad, ha sido restaurado y se espera que tenga nuevos usos vinculados a la innovación y la cultura, preservando así este singular ejemplo de arquitectura orgánica en el legado de la Expo ’92. Su diseño único y su carga simbólica lo convierten en uno de los pabellones más recordados y fotografiados de la muestra universal sevillana.

El broche de oro a la enriquecedora jornada de Legado Expo Sevilla tuvo lugar en el emblemático Pabellón de Finlandia, que hoy alberga la sede de la Fundación para la Investigación y Desarrollo de la Arquitectura (FIDAS). Este espacio, que en 1992 representó la conexión del país nórdico con la naturaleza y la modernidad, ofreció un cierre evocador a las visitas guiadas.

Los miembros de Legado Expo Sevilla compartieron con los asistentes la historia y la arquitectura singular de este pabellón. Se recordó cómo su diseño, con la madera como protagonista y sus líneas puras y funcionales, buscaba transmitir la esencia del paisaje finlandés y su compromiso con la sostenibilidad. La luz natural que inunda sus espacios y la sensación de apertura hacia el exterior fueron aspectos destacados, rememorando la atmósfera de tranquilidad y serenidad que caracterizó su presentación en la Expo ’92.

La transición del pabellón a la sede de FIDAS añadió una capa de significado al final del recorrido. Se resaltó cómo el espíritu de innovación y el enfoque en el diseño y la arquitectura, presentes en la concepción original del pabellón, encuentran continuidad en la labor de la fundación. Los visitantes pudieron apreciar cómo un espacio concebido para una exposición internacional ha evolucionado para convertirse en un centro dedicado a la promoción y el desarrollo de la arquitectura en Andalucía.

El cierre de las visitas en este punto permitió reflexionar sobre el legado perdurable de la Expo ’92 y cómo sus pabellones han encontrado nuevas vidas, contribuyendo al desarrollo cultural, científico y empresarial de la ciudad. La presencia de FIDAS en el antiguo Pabellón de Finlandia es un ejemplo palpable de esta continuidad, un puente entre el pasado innovador de la exposición y el presente dinámico de Sevilla. Al despedirse en este espacio cargado de historia y futuro, los participantes se llevaron consigo no solo recuerdos de los pabellones visitados, sino también una renovada apreciación por la transformación y el potencial del recinto de la Isla de la Cartuja, un legado vivo que sigue inspirando a generaciones.