Dinamarca nunca había participado con un pabellón propio en exposiciones de rango Universal hasta la Expo de Sevilla. No obstante, ese pequeño país nórdico de cinco millones de habitantes a finales de la década de los años 80, había estado presente como coparticipante en los pabellones escandinavos de Montreal 1967 y Osaka 1970.
El pabellón escandinavo de Osaka 1970 se desarrolló a partir de una iniciativa del Gobierno de Suecia y la compañía Scandinavian Ayrline System (SAS). En él los daneses compartieron techo, contenidos y responsabilidades de gestión con Noruega, Finlandia e Islandia.
La participación individual del pequeño país de la Jutlandia en la Expo’92 respondía, entre otras razones, a la transcendencia que los países de la Comunidad Europea le atribuyeron al evento de Sevilla. Desde el diseño del Plan Director de la Muestra, se previó la participación individual y destacada, en torno a la privilegiada Avenida de Europa, de las doces naciones comunitarias; Dinamarca fue una de ellas.
El presidente del comité nacional danés para la Expo’92 de Sevilla, Steen Langebaek, presentó aquel 15 de Noviembre de 1989 en Copenhague, la capital del país, el proyecto del pabellón que representaría a Dinamarca en la Muestra sevillana. El proyecto fue obra de la firma de arquitectos Krohn y Hartuig Rasmusse y, en palabras del señor Langebaek, el proyecto ganador simbolizaba algunos de los elementos típicos daneses, como el mar, las islas y las velas marinas.
El pabellón se asemejaba a una embarcación con velas desplegadas y situada sobre islotes dentro de una piscina de 1650 metros cuadrados y unos veinticincos metros de altura. La peculiar geografía del país nórdico y el tema <<Dinamarca tiende puentes>> que fue justamente las bases sobre las que se inspiraron los arquitectos en el diseño del pabellón.
La guerra al calor sevillano se hizo presente en este edificio mediante líquido como elemento: el agua se fue deslizando como una película por las velas del imaginario barco y al final de su recorrido quedaba retenida en el estanque que formaba parte de la base del edificio.
Este sistema contribuyó a rebajar en varios grados la temperatura ambiente y a refrescar el interior del edificio danés, al actuar como sistema natural de refrigeración. También se había previsto la depuración del agua del estanque para que tuviera siempre un estado y aspecto cristalino y de una sensación congruente de transparencia y frescor.
Seis pisos de altura o unos veinticincos metros medía el elemento vertical del conjunto. Allí se ubicaron los servicios que tenía dotado el pabellón: restaurante, oficinas, salas de reuniones. Etc.
Jugando con las velas se creó un multiespacio en el que se proyectaron películas producidas especialmente para la ocasión. Los visitantes recordaran un espectáculo multimedia llamado <<Visión de Dinamarca>> que mostraba con humor los detalles más interesantes de la vida danesa: sus gentes, su preocupación por la defensa del medio ambiente y la calidad de vida, su naturaleza, diseño, etcétera. De esta manera se pretendió realzar dos de los temas daneses más conocidos en el mundo: el cine y la arquitectura.
Los daneses tenían una idea clara de huir de un recinto de exhibición tradicional, de ahí el proyecto tan vanguardista del diseño del pabellón que presentaron tal día como hoy en 1989 y cuyo Ministerio danés de Industria había destinado cincuenta millones de las antiguas coronas (800 millones de pesetas) al proyecto de su pabellón, aunque el proyecto fue incrementado en su posterior construcción.