Aquel 22 de Noviembre de 1991 se iniciaron las obras del pabellón de Israel en la Expo’92, este país fue de los últimos en incorporarse a la Muestra Universal. De forma inminente se comenzó a trabajar en la parcela correspondiente.
La premura de tiempo con que se tuvo que trabajar obligó a realizar un pabellón completamente prefabricado y de configuración modesta.
El pabellón de Israel, cuyas negociaciones de participación se llevaron a cabo con la organizadora en medio de una gran discreción, comenzó a excavar su parcela en el momento que uno de los participantes vecinos, Portugal, desalojara los materiales de construcción que tenía allí depositados sobre la parcela del pabellón de Israel.
La construcción de este pabellón fue confiado por sus responsables a la empresa Servicios 93, una empresa que contaba con veintidós participantes entre sus clientes. Los responsables de la participación de Israel trataron de acortar plazos mediante la implantación de los tres turnos de trabajo.
El pabellón de Israel estaba situado entre los pabellones de la India, Santa Sede y Portugal, este peculiar edificio fue obra del arquitecto Uri Shaviv. De carácter efímero, consistió en una carpa blanca que se remataba por un sobresaliente cono a la manera de linterna, tras la reducción presupuestaria habida. Sus contenidos hicieron referencia obligada a la milenaria historia del pueblo judío y su diáspora por el mundo.
Su soporte fundamental lo constituyó un audiovisual que tuvo como pantallas todo tipo de superficies de la carpa. También exhibió algunos objetos arqueológicos, siendo su espectáculo estelar la actuación del director Metta.
Entre los contenidos, Israel destacó por su especial énfasis en exponer la contribución del pueblo judío a la cultura y civilización universal, y más en concreto a las aportaciones del Estado israelí a los descubrimientos científicos, alentados por el alto nivel formativo de su población, que en 1987 alcanzaba el 13% con titulación universitaria, además del capítulo presupuestario estatal destinado a la investigación científica y tecnológica, en relación con su alto Producto Nacional Bruto.
Gracias a la financiación de la comunidad judía española y de asociaciones sefardíes de todo el mundo fue posible la construcción de este pabellón, donde se ofrecía en su interior <<La balada de la nación judía>>, un espectáculo audiovisual presentado por siete artistas en distintos idiomas, acompañados por una melodía que permitía seguir la narración y adentrarte poco a poco por un recorrido por 5.000 años de descubrimientos judíos.