La estación norte del monorraíl, uno de los puntos utilizados por los visitantes de la Expo para acceder a este medio de transporte, empezó aquella jornada a ser desmantelada al estar situado en la zona del Parque Tecnológico, – enfrente de Plaza de África, la estación tuvo que ser demolida ya que el monorraíl sólo fue utilizado después de la Exposición Universal como medio de transporte dentro del Parque Lúdico, Cartuja el Parque de los Descubrimientos.
Como recordaremos en la Isla de la Cartuja se estrenaron para dicha Muestra, dos nuevos medios de transporte en España hasta aquellos años 90, el tren de alta velocidad, que unió Madrid con la Expo, y el tren monorraíl elevado, que durante un recorrido de más de tres kilómetros ofrecía a los visitantes una idea general del recinto de la Expo 92.
El tren panorámico elevado o monorraíl, que se construyó con carácter temporal, recorrió los principales espacios públicos de la exposición sobre 3.100 metros de vía colocada sobre pilares, a unos siete metros de altura. El proyecto, que tuvo un presupuesto de 2.700 millones de las antiguas pesetas, incluía seis trenes que hacían un recorrido de unos 15 minutos de duración a una velocidad de 20 kilómetros por hora.
El sistema tenía una capacidad de 4.200 viajeros por cada hora de funcionamiento, contó además de la estación demolida aquel 1 de febrero de 1993 situada junto al pabellón Plaza de África, otras dos cercana al pabellón de Andalucía y otra junto al pabellón de Kuwait, siendo esta última la única que se conserva en el recinto de la Isla de la Cartuja y reformada para ocupar diversas empresas y restaurantes.
Su diseño fue a cargo de la firma suiza Von Roll, y el montaje de las empresas Dragados y Construcciones y Abengoa, SA.
La construcción del sistema monorraíl en la Isla de la Cartuja se inició en Abril de 1990 y concluida en verano de 1991, en cuanto a la seguridad, el monorraíl estaba dotado de un sistema anticolisión que se basaba en una red de diodos. Esto significó que durante el funcionamiento los trenes guardaban una distancia superior a 540 metros. Los diodos –situados en la vía cada 10 metros-, controlaban una posible caída de tensión que podía producir un acortamiento de la distancia entre los trenes.
Un sistema automático de seguridad reducía la velocidad del tren o lo detenía en el caso de que se produjera un excesivo acercamiento de dos convoys. Con este sistema se evitó cualquier riesgo de accidente durante la Exposición Universal.