Una muestra sobre arquitectura contemporánea catalana es la exposición temática que inauguró Cataluña en su pabellón aquel 1 de junio de 1992, consistía en nueve itinerarios sobre la arquitectura de otras tantas comarcas catalanas y en una muestra centrada en la evolución arquitectónica de Barcelona entre 1929 y 1992.
La exposición consistía en fotografías de treinta obras que recogían, por décadas, desde el regionalismo de los años treinta hasta periodos que el decano del Colegio de Arquitectos de Cataluña, Francisco Labastida, definió de exposición estructuralista, aunque sin perder nunca la voluntad de mantener los elementos propios de la arquitectura catalana.
La otra exposición presentada aquella jornada recogía ciento cuatro fotografías de un total de nueve comarcas catalanas, se trataba de obras de arquitectos jóvenes realizadas entre 1984 y 1991.
En referencia al propio pabellón catalán en la Muestra Universal, su arquitectura estaba formada por tres triángulos no coincidentes, que daban paso a la luz natural a través de los espacios libres situados entre ellos y que conformaban un patio central rodeado de rampas que facilitaban a los visitantes el acceso a las salas expositivas.
Su aspecto, aún huyendo de lo convencional, fue sobrio y sencillo, alejando su fachada de cualquier alusión barroca, según lo concibieron sus creadores, los arquitectos Pere Llimona y Xavier Ruiz.
A ello colaboraba, rompiendo su serio aspecto, la pintura de Tàpies que servía de reclamo. La estructura, metálica y desmontable, fue revestida de paneles de color gris pálido, y algunos muros de la fachada fueron taladrados para dejar pasar la luz.
El diseño arquitectónico de este pabellón tenía una disposición interior en torno a un gran vano central sobre el cual discurrieron en espiral las plantas, con una columna totémica audiovisual centrada en tres aspectos de la realidad catalana: turismo, diseño y arquitectura.
El visitante pudo recorrer un itinerario de artes plásticas, desde el tapiz de La Creación, tallas románicas, retablos góticos de Jaume Huguet, hasta las últimas tendencias representadas por Miró, Dalí y Tàpies.
Junto a los contenidos permanentes, el pabellón albergó un total de veinticinco exhibiciones, con una periodicidad de una semana, incluyendo muestras pictóricas de artistas actuales y de jefes de cocina de los restaurantes catalanes más prestigiosos.
El pabellón de Cataluña estaba situado al borde Norte del Lago de España, entre los pabellones del País Vasco y Galicia, contó con espectáculos folclóricos y de rock, paradas de libros y rosas y conciertos de música antigua.