Con cuatro meses de retraso fue inaugurado en aquella jornada de 1990 por el ministro de Obras Públicas el nuevo Puente de las Delicias, una infraestructura que solucionaría el problema del tráfico entre las dos orillas del rio en aquellos años previos a la Exposición Universal de Sevilla.
Numerosos sevillanos atascaron aquella jornada la espléndida vía de comunicación con Tablada que se debió en gran parte a la natural curiosidad de los sevillanos que acudían a cruzar el puente en coche, siendo así testigos de la espectacular evolución que estaba sufriendo Sevilla de cara al 92.
Acompañado entre otros por el presidente de la Junta, Manuel Chaves, el delegado del Gobierno, Alfonso Garrido, y el alcalde de Sevilla, Manuel del Valle, el ministro de Obras Públicas, Javier Sáenz de Cosculluela, inauguraron el doble puente de Las Delicias, cuya puesta en servicio se retrasó cuatro meses.
Los puentes móviles sobre la dársena de Alfonso XIII, puestos aquel año en servicio, permitió el paso de la navegación por el Guadalquivir, aguas arribas, y relacionar la zona comercial del puerto con los muelles de carácter urbanos. En forma de puente basculante doble, el viario que entró a formar parte de la ronda urbana María Auxiliadora-Los Remedios, que comunica las dos márgenes del puerto, dando, según el Mopu, solución a la congestión del tráfico de la zona en aquellos años previos a la Muestra Universal.
El segundo puente, de carácter ferroviario supuso el acceso a la margen derecha del puerto que quedaba sin el servicio tras el desmontaje de las vías procedentes de Plaza de Armas.
El presupuesto total invertido en la ejecución de las obras que pusieron en funcionamiento este puente había sido superior a los dos mil quinientos millones de las antiguas pesetas, aunque el inicial era de novecientos millones, quinientos para la ejecución del tramo viario y cuatrocientos para el ferroviario.
La estructura principal de los puentes de las Delicias está formada por dos pilas de hormigón, cimentado sobre pilotes en forma de barco, sobre las que se apoyan, a distinta altura, los tableros metálicos de ambos y en los que se alojan los contrapesos y elementos eléctricos e hidráulicos que permiten el accionamiento de los puentes. Ambos presentan un vano central de 56 metros, dos laterales de 42 y uno lateral de 18, con una anchura de 27,20 metros, el viario, y de 6,40 el ferroviario.
El tablero viario está formado por seis carriles de 3,25 metros cada uno, con aceras de 3,60 y una mediana de medio metro de calzadas.