El Pabellón de las Islas del Pacífico Sur, representó a los estados de Fiji, Kiribati, Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón y Vanuatu. La República de Fiji celebró aquella jornada en el recinto de la Isla de la Cartuja su Día Nacional en Expo 92. Este país obtuvo su independencia en octubre de 1970. Desde 1874 había sido colonia británica.
La economía está dominada por la industria azucarera y el turismo. El azúcar había sido la fuente de ingresos fundamental desde principios de siglo XX, pero en los últimos años su aportación había sido un tanto errática. El turismo, que luchaba por alcanzar la primera posición, es una industria aún más veleidosa si cabe: su éxito anual dependía de los desastres naturales, de la inquietud política, de la política de las líneas aéreas y de una fuerte competencia.
El pabellón de las Islas del Pacífico Sur fue una construcción típica que representaba un templo, pero que a raíz del incendio se había quedado en una casa. El interior de la cabaña estaba compuesto por cuatro zonas: la entrada, a modo de pasillo serpenteante bordeado de palmeras y pajizos; la casa propiamente dicha, donde se escenificaba la importancia de la pesca; la zona central con fotografía, artículos de antes y de ahora, una cascada, un lago artificial y una muestra en exposición de productos manufacturados. La cuarta zona estaba dominada por la tienda, donde podían adquirirse tótems, jabón de coco, café y muestras de artesanía en madera y cestería.
Como si de un barco se tratara, a lo lejos, antes de acercarse al pabellón, se divisaban dos mástiles y una especie de bandera que ondeaba contra el viento y sin marea. Anunciaba un rincón del Pacífico, pero el verdadero son de llamada lo hacían los tambores rituales que periódicamente resonaban.
Un lago bordeaba la cabaña; una empalizada también. Cada dos horas, coincidiendo con la media, podían verse danzas tradicionales. Si algo llamaba la atención fue el elemento humano. Las azafatas llevaban una flor roja, un hibisco, sujeta a la oreja, que hacían recordar las películas americanas de la II Guerra Mundial. Los aborígenes hacían sus labores artesanales de construcción de barcos o tambores; las mujeres, con el traje tradicional hecho de hojas de coco y de palmera, hacían labores de cestería.