Checoslovaquia vivía aquella jornada en Sevilla la conmemoración de su Día Nacional, presidida por el vicepresidente del Gobierno Checoslovaco, Jozef Miklosko.
Los países de Europa del Este, después de acabar con el totalitarismo comunista vivían durante aquel 1992 los primeros años de democracia, con un régimen de República Federal. Los responsables del pabellón de Checoslovaquia en la Expo 92 vieron desde un principio la necesidad de que los problemas y objetivos políticos, económicos y culturales que vivía el país no fueran el principal de su participación.
La República Federativa Checa y Eslovaca (como podía leerse en la entrada del pabellón), decidió estar en Sevilla con un producto típico y tradicional, como es el vidrio, que pueden representar con éxito, sin necesidad de fingir. Todo el mundo ha oído alguna vez hablar del cristal de Bohemia.
El vidrio de Checoslovaquia representaba la creación contemporánea un conjunto precioso de valores. El modo único de tratamiento y diseño de la obra es el sello inconfundible de este país de origen.
Un grupo de guionistas, artistas y plásticos trabajaron en la presentación artística de los contenidos del pabellón, bajo las órdenes del catedrático Vratislav Novák.
Los artistas checos y eslovacos estaban también presentes más allá de su pabellón, con dos exposiciones en el pabellón de las Artes.
La exposición presentó obras de diferentes géneros plásticos firmadas por autores de diversas opiniones y pertenecientes a distintas generaciones. La muestra en su totalidad permitió comprender la variedad de programas artísticos por un lado y, por otro, la afinidad de las arte plásticas contemporáneas checas y eslovacas. La exposición incluyo las figuras más destacadas del arte contemporáneo checo, entre ellas Olbram Zoubeck, Václav Bostik, Vladimir Maly, etc.
El pabellón de Checoslovaquia en la Expo se situó en la avenida de las Palmeras, junto al Palenque, su cubierta exterior estaba formada por capas de tela de alambre separadas horizontalmente por elementos de madera.
El pabellón tenía la forma de un prisma, con un plano de veinticinco por treinta y nueve metros, basado en un proyecto de concepción neofuncionalista. Martin Nemec y Jan Stempel, arquitectos del pabellón, concibieron un edifico que ofrecía rasgos relacionados con las tradiciones del funcionalismo poético, estilo importante y excepcional en la historia de la ante guerra de la arquitectura checoslovaca.
El visitante subía por la escalera mecánica situada a grandes letras donde podía leerse “República Federativa Checa y Eslovaca”; junto a la entrada de lo que iba hacer un auténtico templo espiritual.
El lema del pabellón fue ¡Hombre, detente! Donde se podía vivir unos minutos en una profunda impresión emocional. Los checoslovacos invitaban al visitante a vivir con ellos durante unos minutos el sentimiento interior de haber sido distraído del vivir real, gracias a un espectáculo de luces, sombras y sonidos.
El espacio de la exposición fue un recinto con mirador que albergaba el espectáculo del día y de la noche, símbolo del eterno ciclo de la vida donde el protagonista es el vidrio en movimiento.
La exposición ofrecía la representación abstracta y sugestiva de la vida del ser humano, por medio de extensas esculturas de cristal, de tablas de cristal, sonido, luces, efectos de colores, estructuras metálicas, cuerdas y velas, bajo la melodía de Michal Pavlicek.
En la entrada del pabellón se encontraba la oficina de turismo donde ofrecía al visitante una variedad información sobre las maravillas de Checoslovaquia.
En el discurso de bienvenida del día nacional de Checoslovaquia, el comisario de la Muestra, Emilo Cassinello destacó la nueva imagen de este país y dijo que la Checoslovaquia de hoy no sería la misma que la del 13 de Octubre. Los actos estuvieron presidios por el vicepresidente checo Josef Miklosko. El comisario general de la Expo’92 manifestó en sus palabras de bienvenida en el sentido estricto del pueblo checoslovaco, que había conseguido mantenerse en pie ante las presiones de las potencias que las rodeaba.
Cassinello destacó también el contenido que albergaba este pabellón, del que dijo que la creatividad se había manifestado plenamente en el juego que se le había dado al vidrio de Bohemia a sí mismo el responsable del pabellón de Checoslovaquia, Miroslav Galuska, comentó en el Palenque que los españoles son para nosotros la gran potencia espiritual del mundo, por consiguiente, lo que había logrado este país significaba un camino de unión entre España y Checoslovaquia.