El director del pabellón turco, Cafer Kocturk, comentó durante el día nacional de su país que ellos se consideraban europeos y que esperaban con impaciencia la integración de su país en la Comunidad Económica Europea de aquel año 1992. Expresó su gratitud de la ubicación del pabellón turco ubicado cerca de todos los países europeos.
Potenciar el turismo fue uno de los objetivos primordiales de Turquía en la Expo. De hecho, la zona principal del pabellón estuvo destinado a ofrecer información acerca de las maravillas que encerraba este país.
A caballo entre Asia y Europa, Turquía había diseñado su pabellón teniendo en consideración el carácter del pueblo andaluz. Los jardines que tenía el edificio pretendían simbolizar la unión entre España y Turquía.
Mil millones de pesetas fue el presupuesto que había destinado el gobierno turco a su presencia en la Expo. Sobre una parcela de unos mil doscientos metros cuadrados, se ubicó entre los pabellones de Rank Xerox y Corea, Turquía había levantado un edificio de seiscientos metros cuadrados distribuidos en dos plantas una de ellas en semisótano.
La réplica de un mapa del siglo XV, realizada con mosaicos de mármol, recubre el suelo del anfiteatro, situado en el exterior del pabellón turco. El mapa original es parte de una carta de navegación que Piri Reis hizo en 1513 en Gallipoli y que fue presentado al sultán Selim I, conquistador de Egipto, en 1517.
Turquía dio prueba de su legado histórico y cultural, así como de los últimos avances socioeconómicos y de las atracciones turísticas del país.
Dos réplicas de calderas de la época hitita, rematadas con figuras de toros, conformaron la entrada a la zona principal de exposición, la planta semisótano. Una vez en el interior, a la derecha se situó un punto de información asistida, que daba cuenta de todo lo concerniente del turismo en Turquía, además de cualquier información sobre los contenidos del pabellón.
El recorrido continuaba por el salón principal, donde diversas vitrinas exhibieron colecciones de artículos populares y ornamentos de platas, como collares, pendientes, cinturones, diademas, cadenas de reloj… Al fondo de esta sala se le dedico un espacio a la multivisión. En una gran pantalla se proyectó una película de diez minutos de duración sobre vistas panorámicas de Turquía.
Otros de los atractivos del pabellón estaban situado en su restaurante. Dirigido por un hotel de cinco estrellas de Estambul, llamado “DIVÁN”.
Veinticinco personas se encargaron de atender en todo momento al visitante durante su recorrido al pabellón, que fue de unos veinticinco minutos. Turquía se promociono fundamentalmente como destino turístico, de todos modos la atención del pabellón estaba centrada en las secuelas de la guerra del Golfo y el recrudecido enfrentamiento del ejercito con la población kurda.
Una antigua y tradicional banda de música militar otomana recibió a las autoridades turcas y españolas a la entrada en el Palenque, después de que se hubiera oficiado el protocolario acto de recepción del ministro de Cultura turco, Fikri Saglar, por el ministro de Sanidad español, y el comisario Cassinello, frente al Monasterio de Santa María de las Cuevas.
Emilio Cassinello, habló de Turquía como encrucijada de culturas, símil que fue ampliamente utilizado en todos los discursos para compararla con España, y piropeó a Estambul diciendo que todos los que visitan se convierten en poetas, porque la poesía es la única que se adecua a su belleza.
El ministro turco de Cultura, Fikri Saglar, destacó ante todo las estrechas relaciones de los gobiernos turcos y español.
Saglar afirmaría aquella jornada durante el día de honor de su país que la anulación de fronteras y el cruce de culturas fueron el signo de una Exposición Universal, asegurando que el gobierno turco valoraba mucho la Expo 92, porque en este tipo de ferias se podía lograr una sensibilidad común entre países.