El pabellón de Irlanda recibió en aquella jornada el galardón a la mejor imagen gráfica de los pabellones extranjeros en la Exposición Universal de Sevilla. El premio, al que concurrieron más de 60 países, fue presentado por el presidente de la Federación de Asociaciones de Empresas de Publicidad de Andalucía, Manuel González de la Cueva, quien alabó la imaginación del diseño irlandés y añadió que ofrecía una imagen perfecta de Irlanda.
El ministro de Turismo irlandés, Brendan Kenneally, se mostró muy feliz por recibir el premio al mejor logotipo internacional, un premio que consideró muy especial y que apreciaron enormemente.
El diseño es un símbolo histórico y a la vez contemporáneo, una interpretación del contenido de la Exposición Universal de Sevilla, la era de los descubrimientos.
El diseño del logotipo irlandés fue obra de Tom Meenaghan y estaba basado en los viajes del navegante San Brandán. En este sentido, un texto latino del siglo X describe a San Brandán navegando en un bote forrado de piel por el Atlántico en los años 580. La leyenda planteaba la hipótesis de que San Brandán llegara a Norteamérica casi mil años antes que Cristóbal Colón.
El diseño del logotipo ganador se inspiraba en una figura de un barco de oro encontrado junto con otros objetos de oro en Broighter, en el condado de Derry, en 1896. Según reza la leyenda, estos objetos fueron enterrados en el siglo I antes de Cristo, como una ofrenda al dios Céltico del mar Mannana.
La miniatura de oro en la que se basa el logotipo es la más antigua representación de un barco hallada en Irlanda, este barco fue un logotipo muy apropiado para el pabellón de Irlanda ya que desde los primeros viajes de los monjes, y a través de los siglos de la emigración irlandesa, el barco ha supuesto un medio con el que Irlanda ha llegado a todos los rincones del mundo.