El comisario de Portugal en Expo 92, Vasco Graça da Moura, puso simbólicamente aquella jornada la primera viga del pabellón de su país en la Isla de la Cartuja, en un acto que aprovechó para pedir públicamente el apoyo de España a la Exposición Internacional que su Gobierno preparaba para 1998 en Lisboa, al cumplirse el Quinto Centenario de los viajes descubridores de Vasco de Gama.
Portugal empleó unos setecientos millones de pesetas en su participación, fue el primer participante en nombrar comisario y también el primero que recibió oficialmente la visita del comisario general, Manuel Olivencia.
Vasco Graça da Moura alabó la audacia típicamente ibérica de la Expo, dijo que la participación portuguesa estaba encaminada a propiciar un mayor conocimiento de su país y una apertura al exterior en un contexto ibérico europeo y transoceánico.
El comisario general de la Expo’92, Manuel Olivencia recordó que el primer jefe del Estado que visitó el recinto fue el presidente Mario Soares <<Esa prioridad –dijo- significa mucho para nosotros, Portugal fue el primer país que aceptó formalmente participar en la Exposición de Sevilla.
Su participación se presentó como una gran ocasión para el acercamiento entre portugueses y españoles, cuya cercanía geográfica, paradójicamente, ha dificultado a veces la cooperación y el trabajo en común.
El acto de colocación de la primera viga del pabellón de Portugal contó con la asistencia de alguno de los intelectuales portugueses, entre ellos el escritor José Saramago, que manifestó su confianza en que la Expo’92 sirviera para fomentar el conocimiento, el dialogo y la ayuda entre España y Portugal.
Situado en la avenida de Europa, sus arquitectos, Manuel Graça y Egas José Viera, lo estructuraron en cinco plantas, estando pendiente de su reutilización en el Parque Cartuja 93.
Consta de dos edificios sobre planta elíptica unidos por un patio de vidrio a forma cuadrada. El entresuelo refleja la etapa medieval de Portugal. Las dos siguientes están cerradas sin ninguna ventana, siendo de granito la primera.
La segunda se abre a España a través de dos ventanas que simbolizan la primera marca de las fronteras tras la creación del primer reino. La última simboliza la apertura a Europa y al Nuevo Mundo. Rematando la terraza había ocho esculturas abstractas con las formas de las letras de Portugal.
Un gran periscopio sirvió de puerta de acceso, con 20 metros de altura, que recoge la luz del exterior y la proyecta hacia el vestíbulo de entrada. Los materiales utilizados en su construcción fueron el acero, el cristal, el hormigón, el granito y el mármol.