El sistema de canje de la tarjeta Expo por la del pase definitivo de temporada se presentó aquel 20 de diciembre de 1991 en un acto en el que se entregó el primer pase de temporada a Ángel Martínez Tarín, poseedor de la primera tarjeta que la organizadora le proporcionó por tener el pase número uno de la Exposición Iberoamericana de 1929.
En el nuevo pase que se presentó aquel día se quedaba registrada la huella digital del propietario mediante una sencilla operación de lectura, con procedimiento fotoeléctrico que le daba carácter de personal e intransferible.
El precio de venta de la entrada de un día al recinto de la Exposición Universal de Sevilla de 1992 fue de 4.000 pesetas. El precio del abono para tres días fue de 10.000 pesetas, mientras que el pase para los seis meses constó 30.000 de las antiguas pesetas.
También se puso a la venta entradas para la Expo-noche, desde las 20:30 horas hasta las 04:00 de la madrugada, cuyo precio fue de 1.000 pesetas.
La Expo estableció descuentos especiales para los niños y las personas mayores de 65 años que pagaron 1.500 pesetas por la entrada de un día.
En los llamados días familiares, los adultos sólo pagaron 2.000 pesetas. Y esos niños y esas personas mayores de 65 años: 750 pesetas.
En grupos organizados especiales, al adulto le costó 3000 pesetas visitar la exposición durante todo un día.