Pakistán colocó tal día como hoy en el año 1991 la primera piedra de su pabellón en la Muestra Universal del 92.
El acto contó con la presencia del embajador del país en España, Nessir Mohamed Shah; la del comisario general de Pakistán en la Expo, A. R. Jinnah, y la del comisario general, Emilio Cassinello.
El comisario de la Muestra Universal aseguró aquella jornada a los medios informativos que solo quedaban tres países con Pakistán los que tenían que comenzar las obras aquel 12 de Agosto, entre ellos Argelia.
El embajador de Pakistán en España aseguró tras el acto de colocación de la primera piedra del pabellón pakistaní, que la construcción del mismo se estaba llevando en exclusiva en su país, siendo este terminado el 10 de Septiembre de 1991 y traslado en barco dos días después, siendo recibido en Sevilla el 15 de Octubre y ensamblado en el recinto de la Isla de la Cartuja en un mes para finalizar la fase de cimentación y estructura el 15 de diciembre.
El pabellón de Pakistán contó con un presupuesto de quinientos millones de pesetas. El total de metros cuadrados que ocupó el mismo fue de 1.093.
El diseño exterior de resaltó el carácter islámico del país. El interior del mismo representó un recorrido por todos los elementos que históricamente han sido producto de la imaginación, creatividad e intención del pueblo de Pakistán, según palabras del comisario general de la Expo, Emilio Cassinello.
El citado pabellón se situó en la avenida más al norte de la Isla de la Cartuja, frente al pabellón Plaza de África, y entre los de Chipre y la agrupación de otros países de los Estados del sureste asiático, como los de Indonesia, Filipinas, Singapur, Tailandia y Malasia.
La fachada del pabellón de Pakistán estaba revestida de ónix verde inspirada en los jardines de Shalimar. Al entrar, el visitante encontraba las maquetas de mezquitas y otros monumentos paquistaníes.
Destaca en el centro la maqueta gigante de la ciudad milenaria de Gandhara, descubierta en excavaciones arqueológicas junto al Indo.
Dos de los atractivos para el público de este pabellón fue la venta de artesanía –especialmente sus célebres alfombras- y el restaurante de comida paquistaní para degustar los curries y el cordero.
