El 30 de Enero del año 1991 se colocó la primera piedra de uno de los edificios más hermosos de la Isla de la Cartuja, el Pabellón de Hungría, te lo contamos una jornada más en la Expo-Hemeroteca.
El ministro húngaro de Relaciones Económicas Internacionales, Bela Kadar, colocó aquella jornada la primera piedra del pabellón de su país en la Expo’92.
Se trataba de un edificio con muchas peculiaridades y una de ellas vino dada por sus siete torres, la historia de Hungría y el presente del país quedaron reflejados en una serie de audiovisuales que se proyectaron en la pared oriental del edificio, en cuyo lado occidental, de pared y suelo transparente, está expuesto un árbol con las raíces visibles que simboliza la vitalidad del pueblo húngaro según dijo el ministro Bela Kadar en aquella jornada.
El Pabellón estaba preparado durante la Expo para que fuera visitado por unas cien personas al mismo tiempo, con una permanencia máxima de veinte minutos, el restaurante del pabellón los visitantes tuvieron la oportunidad de conocer la gastronomía de las cincos grandes regiones del país.
El edificio fue proyectado por el arquitecto Imre Makovecz, fallecido en Septiembre de 2011 y que se convirtió sin dudas en el representante de la llamada arquitectura orgánica.
Los húngaros demostraron con su pabellón la apertura hacia el mundo occidental que estaba viviendo su país durante el comienzo de la década de los años noventa, el nuevo Gobierno estimó inadecuado el primitivo proyecto de <<casa de mariposas>> presentado inicialmente por Hungría y se decantó por la simbología de las torres y las campanas, recuerdo de la victoria de 1456 frente a los turcos, tras la cual el Papa ordenó que doblaran campanas a mediodía en todo el mundo cristiano.
Pese a las dificultades económicas por las que atravesaba el país, Hungría destinaria casi diez millones de dólares al pabellón.