La celebración del Día Nacional de Mauritania en la Expo 92, contó con la asistencia del presidente de esta República, el coronel Maaouya Ould Sid’ Ahmed Taya. Para el comisario del pabellón de Mauritania, Ethmane Ould Daddi, participar en la Expo fue una oportunidad de tratar de mostrar la soberanía de un Estado al Mundo.
Fueron tres los mensajes que proclamaron en la Exposición Universal de Sevilla, el primero el de dar a conocer a Mauritania en la esfera internacional. Mostrar un país que es a la vez árabe, africano y sahariano. Un país que ha sabido adaptarse a esta vida desértica y que ha mantenido el punto intermedio entre el mundo árabe y el africano.
El segundo mensaje fue el participar en la gran feria de la humanidad, como fue la Expo 92, con objeto de fomentar la paz. Y el tercer objetivo fue de carácter económico, ya que buscaban con su participación fomentar la iniciativa privada.
El edificio de Mauritania presentó una sala de exposiciones tronco-piramidal de base cuadrada con iluminación cenital, cuyas paredes se inclinaban hacia el interior, al modo de las edificaciones de la zona subsahariana. El diseño del pabellón fue obra de la arquitecta Eulalia Márquez Garrido y representó el desierto mauritano, con arena, tiendas y senderos que se hunden en la tierra.
El proyecto de construcción del edificio partió de las siguientes ideas. En primer lugar, colocar un trozo de desierto mauritano, construyendo una duna; un contrapunto de austeridad frente a la pomposidad de la Expo. Como segundo objetivo, el clavar semi-hundida en la arena una tienda de hierro, con un sendero de acceso estrecho en forma de rampa, que se iba hundiendo en la tierra hasta dar la idea de entrar en la boca de una mina.
La tercera idea fue mostrar, tanto en el interior como en el exterior del pabellón, el mercado típico o zoco, donde se reflejaba la artesanía y la hospitalidad árabe.
En el interior del pabellón, con una única sala, se mostraron todos los aspectos de la vida cotidiana de las tribus nómadas. Cajas para guardar el té, orfebrería en plata con forma de collares, teteras, pulseras, cubiertos o arquetas. Se exhibió, asimismo, la variedad de monturas tanto para camellos como para caballos. Otro apartado lo ocupó la vestimenta, trajes tradicionales de hombres y mujeres o las sandalias para estar en casa o para salir.
Lo más curioso fue ver una reproducción en tamaño pequeño de una <<jaima>> o habitáculo originario del desierto. En su interior se habían dispuesto los elementos indispensables: un <<tasufre>>, una especie de bolsa de viaje hecha en cuero; el Corán; una pizarra de madera donde se instruye a los niños en los conocimientos de la religión; una alfombra que se usaba sólo por el hombre más anciano para rezar; cuencos para guardar leche; cestos de mimbre para proteger los alimentos y almohadas.
La tradición cultural escrita contó en el pabellón de Mauritania con manuscritos antiguos y libros actuales. Como fruto de su pasado se expuso hachas pulidas de piedra que databan de hace 10.000 años; cerámica correspondiente al neolítico junto con anillos y hachas de cobre.
También se podían ver maquetas de distintas ciudades del pasado donde se ofrecía las variaciones de edificación conforme a los territorios en los que se enclavan.
Al mismo tiempo se podía ver la casa patriarcal con sus diferentes dependencias. La ciudad de Chinguitti, con maqueta en el pabellón, fue declarada Patrimonio Artístico de la Humanidad por la Unesco en 1984.