Kuwait celebró aquella jornada su día nacional en compañía del ministro de información, Bader Al-Yaqoub, y del ministro de Estado para Asuntos Municipales, Ebrahim Al-Shahin. Para el evento, el Gobierno de Kuwait ofreció a las autoridades españolas una estatua, llamada <<Kuwait, gracias al mundo>>, que por primera vez se expuso al público en el recinto de la Expo 92.
Custodiado por grandes medidas de seguridad el Emirato Árabe kuwaití conmemoró en la Expo su Día Nacional con la inauguración del monumento que este participante legó a Sevilla, fue una clara referencia a la ayuda prestada por la comunidad internacional a raíz de la invasión de Irak.
El pabellón de Kuwait, llevó el lema <<Los kuwaitís son comerciantes y exploradores>>, hicieron ver al mundo que antes de dedicarse al petróleo se dedicaban a otros oficios.
El pabellón durante la Expo 92 tenía una estructura móvil y había sido diseñado por Santiago Calatrava, que diseñó el puente más largo de Sevilla, el del Alamillo, el cual estaba considerado como uno de los monumentos más significativos de la capital hispalense.
La parte de arriba del pabellón simulaba 19 hojas de palmeras móviles, realizadas en madera. Si el edificio se observaba de lejos, se podían hacer varias interpretaciones del mismo, y todo ello fue debido a su estructura móvil.
Cuando estaba cerrado, simulaba la concha de una ostra que guarda una perla en su interior, símbolo de una de las principales fuentes de riqueza de Kuwait.
Si observábamos su estructura móvil en una posición intermedia, el edificio parecía una gran <<Jaima>>, una gran tienda que da cobijo a los beduinos en el desierto y cuando estaba completamente abierto, era similar a la vela de un barco. Todos estos símbolos formaban parte de la vida de Kuwait.
Además, las hojas de palmera podían tomar otras 15 posiciones que estaban a la libre interpretación del visitante.
El suelo de la parte superior es de mármol transparente, capacitado para dejar pasar la luz, tanto de día como de noche. El mismo estaba dotado de dos aperturas, una atravesaba la bandera kuwaití y la otra fue una gran pantalla para proyectar diapositivas en el show nocturno.
El pabellón estaba rodeado de agua, lo que refrescaba el edificio y, a su vez, contribuyó al embellecimiento del mismo.
La parte interior del pabellón de Kuwait contó con un ascensor para facilitar la entrada y el recorrido a las personas discapacitadas.
El interior englobó una gran sala de exposición y todo ello, edificio y exposición, mostraron la historia de un pueblo a través de su arte.
El pabellón de Kuwait, situado en la Avenida Uno, expuso, entre sus contenidos, un amplio organigrama que reflejó las numerosas inversiones petrolíferas kuwaitíes hechas en el mundo y piezas históricas de la edad del bronce, islámica y helenística. Además, se pudo contemplar utensilios típicos de la vida cotidiana del país, como alfombras y teteras, otros de uso femenino, esculturas de madera que evocaban la fertilidad y nueve barcos que reflejaron la antigua tradición pesquera como principal fuente de ingresos en el pasado, Asimismo, un audiovisual de nueve pantallas proyectaron, de forma continuada, imágenes del país.