Más de cien bailarines, músicos y actores junto con una treintena de autoridades chilenas encabezada por el ministro de Planificación y Cooperación, Sergio Molina Silva, se encontraban aquella jornada en Sevilla para celebrar el Día Nacional de Chile en Expo 92.
Más de tres millones de personas visitaron la considerada como una de las mejores obras arquitectónicas de la Expo, el Pabellón de Chile combinaba dos de los materiales más abundantes del país andino: la madera y el cobre.
Seducir al visitante a través de la <<aventura>> y el <<asombro>> fue el objetivo de los responsables del pabellón chileno.
Traer hasta Sevilla un <<iceberg>> no fue camino de rosas. Al margen de las dificultades técnicas, las críticas de los ecologistas llovían a mares, llegando a calificar la idea como <<ridícula>> y <<antiecológica>>.
A este respecto el comisario del pabellón señaló que <<Chile es uno de los países más comprometidos en la conservación de la Antártida. El hecho de que nosotros trajéramos un trozo de hielo del Polo Sur de más de 500 años nos permitió traer al corazón de Europa un símbolo de un continente a preservar. Además traer sesenta toneladas desde el Polo Sur no significó una merma al continente antártico>>.
Como si de un mercado se tratara, Chile había distribuido por todo su pabellón miles de cajas que el visitante podía ver, tocar y comprar. Cada una de ellas encerraba una parte de la historia de este país andino, sus costumbres, política, economía e incluyeron un pequeño regalo, un trozo de su tierra; una piedra lapislázuli. Había 480 cajas diferentes que trataban seis aspectos de la vida de Chile: <<Tierra de manjares>>, <<País de riquezas generosas>>, <<El último confín del mundo>>, <<Chile empresa de ideas>>, <<Gente sólida>> y <<Chile funciona>>.
Chile ofreció también a sus visitantes a través de un ordenador información de distintas empresas chilenas o particulares que se dedicaban a la exportación e importación de productos.
En definitiva Chile estuvo durante la Muestra Universal a la vista y alcance de todos, nunca mejor dicho. El público se adentraba en la historia de este país, el más austral de la Tierra, donde los visitantes conocieron sus costumbres, sus negocios, su vida política, de un modo fácil y ameno, a través de cajas repartidas por todo el pabellón, fue la meta de Chile en Sevilla.