La comunidad valenciana de la que fue presidida por Juan Lerma durante aquel 1992, se convirtió en la primera región española en finalizar la construcción del pabellón en la Exposición Universal de Sevilla.
La construcción del pabellón valenciano ocupó 1.500 metros cuadrados y tuvo una inversión de 400 millones de pesetas.
El edificio había sido diseñado por el arquitecto Emilio Giménez y tenía como todos recordaremos forma de u, un edificio que constaba de tres plantas y un pequeño sótano, que acogió dos salas de exposiciones, una sala polivalente, tiendas, servicios de información y un restaurante.
La sala del presente y del futuro recogió muestras de sectores como la agroalimentación, cerámica, juguete, construcción, turismo, calzado, mueble y textil.
El mobiliario del pabellón que fue desmontado para su posterior reutilización, había sido creado ex profeso por diseñadores valencianos y fabricado por las empresas patrocinadoras del pabellón de la comunidad valenciana en la Expo.
El director del pabellón, Rafael Ferrer calificó al pabellón en aquella jornada de finalización de obras como un lugar de encuentro al servicio de la calidad, el diseño y la innovación.
Rafael Ferrer destacó que la austeridad y la rentabilidad social habían sido los objetivos buscados por las instituciones valencianas para lograr un pabellón que no fuese del Gobierno valenciano sino de toda la sociedad.
Durante aquel 1992 el pabellón valenciano se inscribió en las tendencias más modernas de la arquitectura valenciana.