Con el visto bueno de Urbanismo, la empresa Puerto Triana –participada por las cajas de San Fernando y El Monte- se inició aquella triste jornada el derribo del Pabellón de los Descubrimientos. La demolición llegó trece años después de que la chispa de una soldadura provocara el incendio que destruyó el edificio meses antes de inaugurarse la Expo 92, cifrándose las pérdidas en 18 millones de euros (3.000 millones de las antiguas pesetas).
Tras numerosos avatares, la parcela proyectó tras la demolición del pabellón una torre de oficinas con usos comerciales, (Torre Sevilla) y la nueva sede de la Gerencia de Urbanismo y Empresa Municipal de la Vivienda que nunca llegó a construirse en el recinto donde estuvo ubicado el Pabellón de los Descubrimientos.
Nunca se abordó con decisión su recuperación integral. el pabellón, de 7 plantas y casi 10.000 metros cuadrados, fue concebido por el arquitecto Javier Feduchi y sus contenidos expositivos habían sido diseñados por los franceses Jean Pierre Duval y Francois Confino.
El de los Descubrimientos estaba llamado a convertirse en Museo de la Ciencia y la Tecnología de Sevilla. Pero en sus trece años de triste existencia sólo sirvió para dar cobijo a una discoteca y zona de ocio en su sótano diáfano. Para entonces las fachadas del edificio seguían decoradas con deshollinadores diseñados por Eduardo Arroyo en un envoltorio artístico para el desastre.
Los informes técnicos señalaron en 2005 que el edificio -no catalogado como patrimonio y «sin interés social o cultural»-se encontraba en «ruina técnica», es decir, su reparación sería más costosa que su sustitución. No obstante, el edificio no sufría inestabilidad estructural.
La actividad de la única zona que estaba en buen estado antes de su demolición, la del Omnimax, el cine que siguió prestando servicio después de la Expo hasta el 26 de julio del 2005, fue también declarada de «ruina económica» al dudar los propietarios de su rentabilidad. Los equipos cinematográficos fueron desmontados para su venta.
Los trabajos tuvieron una duración de tres meses y medio. Se dividieron en dos fases. La primera, que duraría dos meses, donde se encargó del desmontaje de las estructuras, en su mayoría metálicas, situadas a más de cinco metros de altura. En estas labores se emplearon grandes grúas. El resto, la demolición de las cimentaciones y solares, se acometieron posteriormente coincidiendo con el inicio de las obras de reurbanización del Plan Especial de Reforma Interior (PERI) que se diseñó para la zona.
De esta forma recordamos hoy el triste final para uno de los edificios más emblemáticos por su estructura en la Exposición Universal de Sevilla.
*Fotografías realizadas por Discober92 y Jarod para Expo92.es