Aquella jornada se celebró el Día Nacional de una nación del sureste de Asia, Malasia. Bailes tradicionales, el sorteo de un viaje para conocer este país y la entrega de regalos a los visitantes fue el programa de actividades que había preparado esta antigua colonia inglesa para conmemorar tan señalado día.
Malasia había invertido unos setecientos millones de las antiguas pesetas en su pabellón, utilizó los seis meses de la Exposición Universal como lanzadera para promocionar sus industrias de madera, de caucho, el turismo y sobre todo su coche nacional, el <<Protom Saga>>.
Recorrer los casi 653 metros cuadrados de superficie del pabellón malayo, situado durante la Muestra en la avenida 1, fue hacer un apasionante viaje por la cultura asiática. El edificio reproducía la arquitectura típica del país, destacó por su colorido azul y blanco.
Antes de acceder a su interior el visitante podía contemplar el espectáculo cultural que realizaban siete bailarines encima de un escenario giratorio y semi-circular de diseño similar al Kelantenese <<Guri Uri>>, escenario típico de la cultura tradicional malaya.
Una vez realizado el pertinente sellado de pasaporte de la Expo, a pie y por escaleras automáticas se llegaba a la tercera y última planta, ya que el recorrido se hacía a la inversa de arriba abajo.
Antes de entrar en esta sala expositiva, cuyo contenido central fue la ciudad jardín de la luz, Kuala Lumpur (la capital de Malasia) los visitantes eran recibidos por niños (maniquíes) ataviados con trajes típicos. Es el tradicional recibimiento malayo. La industria, los rascacielos, las fiestas y los lugares de ocio y comercio de Kuala Lumpur se mostraban a través de fotografías, pero fue una reproducción del edificio del Sultán Abdul Samad lo que acaparó la atención del público. Unas bailarinas realizaban espectáculos en su interior.
Sin abandonar esta planta el público podía conocer la historia de Malasia, pasado, presente y futuro, por medio del <<túnel cultural del tiempo>>. La misma fachada del pabellón, similar a la de los típicos hogares malayos, estaba reproducida aquí pero a tamaño reducido. Algo que gustaba a los niños fue la historia de Malasia contada por marionetas, en video.
Las líneas aéreas malayas ocupaba la siguiente área expositiva que se había presentado bajo el nombre <<Volando al mundo, uniéndonos a la industria espacial mundial>>.
Para el final del recorrido de este pabellón no debemos olvidarnos de su teatro, ambientado en un bosque, en el que se proyectaba un video sobre los paisajes más característicos de Malasia. Y para irse con mejor sabor de boca, se podían degustar los típicos platos malayos en el autoservicio del pabellón, situado en la planta baja.