En el Monasterio de Santa María de las Cuevas tuvo lugar aquella jornada el acto de apertura y presentación de la Sala Capitular de la Cartuja de Sevilla, que coincidió con la vuelta de los sepulcros de los Ribera, patronos de dicho recinto.
A la celebración asistieron diversos responsables de la política andaluza y personalidades vinculadas con las artes, así como el arzobispo de Sevilla Monseñor Amigo Vallejo, que bendijo la iglesia.
La apertura de esta Sala Capitular, coincidió con la vuelta de los sepulcros de los Ribera, patronos perpetuos del Monasterio que lo habían elegido como lugar de enterramiento.
Ya desde 1410 la familia Ribera había elegido al Monasterio como lugar de enterramiento. En 1520 Fadrique Enriquez de Ribera visitó Génova y allí encargó los mausoleos de sus padres y antepasados, empresa ésta que comenzaría en las canteras de Carrara y concluiría en 1524 en la Cartuja de Sevilla.
Debido a la desamortización que sufre el Monasterio en 1838, y la conversión del edificio en fábrica, el conjunto de enterramientos fue trasladado a la iglesia de la Anunciación, capilla de la Universidad, por iniciativa y bajo cuidado de Manuel López Cepero.
El proyecto de restauración de la Cartuja de Santa María de las Cuevas planteó la posibilidad de recuperar este especialísimo conjunto escultórico. Previo a cualquier intervención directa sobre los monumentos se realizaron ensayos suficientes de los medios y un amplio estudio del estado de conservación. Después cada sillar u objeto artístico se sometió a sucesivas operaciones como desmonte, protección, traslado y reubicación.
Desde aquel 23 de Junio de 1992 se volvía a contemplar la total recuperación y magnifica restauración de la que había sido objeto la Capilla del Capítulo en la que se hallan: el mausoleo de Pedro Enriquez, el de Catalina de Ribera, los túmulos de Perafán de Ribera <<El Viejo>>, Perafán de Ribera <<El mozo>>, Ruy López de Ribera, Diego Gómez de Ribera y una hornacina renacentista con policromías del siglo XVIII y la Virgen con el niño.
Completan el conjunto de enterramientos el Claustrillo, que es un patio mudéjar que distribuía la vida monástica, con las laudas de Beatriz de Puerto-Carrero, Perafán de Ribera y los retratos orantes de Inés de Zuñiga y Juana Cortés; además de las capillas de Santa María Magdalena y San Bruno.