Rocío Jurado, Juanita Reina, Imperio Argentina, Nati Mistral y María Vidal estrenaron aquella jornada el espectáculo musical más importante de la Muestra Universal, Azabache.
Todas al unísono, en el espectáculo más esperado de la programación de la Expo’92, el musical que rendía homenaje a las raíces más profundas de la copla española. Una vuelta por el recuerdo de los anales de la tonadilla con la promesa de un futuro esperanzador en cuatro horas de duración de Azabache.
El espectáculo musical Azabache se realizó en el Auditorio de la Cartuja que unos años después llevaría el nombre de Auditorio Rocío Jurado, una de las artistas que arrancó más palmas en el espectáculo estrenado en aquel mes de junio de 1992.
El poderío no es ninguna broma. Rocío Jurado lo demostró con creces en el estreno del musical Azabache, su dominio y fuerza apabullantes en el escenario en un espectáculo de más de cuatro horas con sus compañeras Nati Mistral, Juanita Reina, Imperio Argentina y María Vidal que destacaron durante todo el espectáculo con su peculiar vestuario.
Las mujeres sacaron del armario sus mejores mantones. La ocasión merecía la pena. Cuatro mitos de la canción española se presentaban por primera vez juntas en el único espectáculo producido en su totalidad por la Expo y que dirigió Gerardo Vera.
La gran noche de aquel domingo 7 de junio de 1992 comenzaría con Suspiros de España y terminaría con El Relicario. Entre medias, María de la O, Ojos Verdes, Tatuaje, Capote de Grana y Oro, Los nardos, La violetera y tientos. Así hasta 29 coplas, de las que 12 fueron interpretadas por Rocío Jurado en la noche más musical de la Cartuja.
Un escenario de viejo plató de cine convertido ya en un puerto caribeño, en un café o en toda una plaza de la Maestranza y los bailes de los 60 componentes del ballet fueron elementos en los que se apoyó Gerardo Vera para intentar dar una continuidad al espectáculo en el Auditorio de la Cartuja.
La interpretación musical corrió a cargo del Conservatorio de Sevilla, bajo la dirección de Miguel Roa y el Ballet de Manolo Marín.
El recital ofrecido en la Isla de la Cartuja fue la mejor forma de presentar la canción española a los visitantes de la Expo’92 para conocer el país y sus costumbres a través de su música.