La Expo se llenó aquella jornada de sonidos <<calypso>>, mezcla de merengue y salsa, en la celebración del Día Nacional de la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECS), que integraba a las ocho pequeñas y paradisiacas islas caribeñas, también denominadas Antillas menores.
Esta jornada estaba presidida por el primer ministro de la Isla de Granada y vicepresidente de la Organización de Estados del Caribe Oriental, Nicholas Braithwaite, que aprovechó la celebración de este día nacional de estas islas en la Expo, para recomendar a los países del Este que pusieran en prácticas el tipo de cooperación que se desarrollaba entre las ocho islas caribeñas que conforman la O.E.C.S.
El Pabellón del Caribe en el recinto de la Cartuja fue una sucesión de hexágonos, bordeado de una laguna con nenúfares y plantas tropicales, con globos enormes de colores y contenidos inconexos, representaron a Trinidad-Tobago, Jamaica, Bahamas y a la O.E.C.S. (Organización de Estados del Caribe Oriental) que celebraba aquella jornada su día nacional en la Muestra Universal.
El Pabellón del Caribe tenía una presencia modesta en la Exposición Universal. Los contenidos fueron pocos consistentes, algunos stands fueron meramente publicitarios y el visitante que se acercaba le dedicaba poco tiempo.
La O.E.C.S. es una organización política y económica fundada en 1981 que integraba a seis países independientes y dos dependencias británicas. Su localización geográfica los enclava en el archipiélago de las Pequeñas Antillas. Los Estados que la conforman son: Antigua y Barbuda, Dominica, San Cristóbal y Nieves, Granada, Santa Lucía y San Vicente y Granadinas. Las dependencias británicas ocuparon los territorios de Montserrat y las Islas Vírgenes Británicas.
La O.E.C.S. destacó lo que era común entre ellas, el mar, la playa, la vida submarina. En el pabellón se representó una escena de mercado, no sólo como lugar de venta, sino como lugar de encuentro de la gente, de intercambio de noticias.
Los contenidos del Pabellón del Caribe Oriental se subdividía en dos áreas: una dedicada al mar y otra a los mercados típicos. A la entrada, el curioso se encontraba con una simulación del mar del Caribe. Rocas de cartón piedra, playas pintadas de blanco con restos de conchas y un mar hecho con pintura azul que servía de suelo.
Una foto de las playas tropicales junto a un aborigen de cobre. Sobre las paredes rocosas, se expuso también una colección fotografías que mostraban utensilios domésticos y rituales, procedentes de las islas caribeñas de San Vicente y las Granadinas. Fueron imágenes de obras de piedra que datan de la primera y la tercera centuria de nuestra era, patrimonio de los indios precolombinos. Le seguía en el breve itinerario del pabellón, una gruta hecha con más cartón piedra.
La evocación del mercado caribeño tenía palmeras y mesas donde se expusieron productos de cada uno de los Estados. Frutas artificiales, una reproducción de la cama típica de Antigua y Barbuda; cosméticos naturales hechos con aloe y velas aromáticas de Dominica.