La Expo 92 autorizó aquella jornada la construcción del edificio de Tierras del Jerez en la Isla de la Cartuja, proyecto que había sido presentado a la organizadora de la Exposición Universal el 28 de Enero de 1991, con esta autorización, la organizadora de la Expo 92 culminó por su parte los trámites necesarios para la construcción de este edificio.
La construcción del Pabellón de Tierras del Jerez no fue permanente para permanecer en la Isla de la Cartuja en 1993 después de la Muestra Universal, ya que el proyecto carecía de la flexibilidad necesaria para los usos de investigación y docencia a los que Tierras del Jerez pensaba dedicarlo.
El diseño del Pabellón de Tierras del Jerez fue concebido por los Arquitectos jerezanos Ramón de la Peña e Ignacio González Peña, que hicieron malabarismos para, con menos presupuesto y en tiempo récord, adaptar el pabellón a las nuevas exigencias de la organizadora. Desapareció el amplio picadero cubierto y se sustituyó por una plaza al aire libre. El nuevo proyecto del edificio aprobado aquel día contemplaba en la planta baja una hilera de casetas entre planchas de hormigón prefabricadas, algunas oficinas en las plantas superiores y un restaurante principal.
Este edificio costó 1000 millones de las antiguas pesetas y fue ejecutado en tiempo récord, siendo la primera piedra en junio de aquel año 1991 bajo las obras de la constructora Tecsa.
En este edificio cada día de 12 a 18 horas había una serie de exhibiciones de caballos y enganches y posteriormente al caer el día desde las 21 hasta las 3 de la madrugada, espectáculos flamencos y de danza española.
Otro de los atractivos de la participación jerezana en la Exposición Universal fue el androide espectáculo que contó con pases continuos con tres actuaciones por hora.
El pabellón de Tierras del Jerez contó con un restaurante de 500 plazas y 9 casetas de feria que operaron como bares de tapas, además de una tienda de productos típicos y colecciones especiales, la exhibición del circuito de velocidad, un audiovisual diseñado sobre botas de vino fueron otros de los atractivos a destacar de este pabellón.
Fuera de los horarios de exhibición se invitaba a los visitantes al pabellón a dar un paseo montado en magníficos carruajes con la sensación de estar en medio de la feria jerezana.
