Por vez primera en la historia, llegó a Europa hielo procedente de los territorios antárticos para formar el gran iceberg del Pabellón de Chile en la Muestra Universal de 1992.
Aquella jornada llegó a Sevilla las sesenta toneladas de hielo, recogidas en una complicada operación por buzos de la Armada chilena con el apoyo de un remolcador, las sesenta toneladas de hielo antártico que Chile exhibió en su pabellón fueron presentadas a su llegada a Sevilla aquel día por el embajador de dicho país en España, Juan Gabriel Valdés, el comisario chileno, Roberto Durán, el alcalde de Santiago, Jaime Ravinet y el comisario de la Expo’92, Emilio Cassinello, quien, en tono distendido, afirmaría que se iba a exportar el frío del iceberg a toda la Expo.
El comisario de la Expo, Emilio Cassinello, presente en todo momento en el acto de la llegada del hielo antártico y convenientemente abrigado para aguantar durante unos minutos el frío de la cámara frigorífica donde se almacenó el hielo, agradeció a Chile el esfuerzo que habían realizado para llevar a cabo esta operación.
Por su parte, el embajador de Chile, Juan Gabriel Valdés, descartó de forma categórica que la traída del iceberg a Sevilla supusiese una agresión al medio ambiente.
El hielo que llegó a Sevilla y que se expuso durante los 6 meses de la Muestra Universal tenia una antigüedad de mil años, fue capturado por un barco de la armada chilena en noviembre de 1991 y fue sometido en Punta Arenas a un golpe de frío a veinticinco grados bajo cero, para después, en frigoríficos especializados, ser preparado conforme a un modelo escenográfico previamente establecido.
A mediados de enero de 1992 estos trozos de hielo, que presentaban una gran transparencia, de cristal al tratarse de un hielo poco comprimido y por ello con pocas burbujas de aire, mezclados con tonos oscuros y azulados.
En el pabellón el iceberg estuvo rodeado en todo su perímetro, por un círculo de lapislázuli, piedra semipreciosa que sólo se encuentra en Chile y Afganistán.
Finalmente el 14 de octubre de 1992 al finalizar la Exposición Universal de Sevilla, Empleados del pabellón de Chile trocearon el iceberg que había estado expuesto como atracción principal de este pabellón, para devolverlo a su lugar de origen, la Antártida.