La Exposición Universal de Sevilla 1992 y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) firmaron aquella jornada un convenio de colaboración para el desarrollo conjunto y coordinado de actividades científicas en relación con los proyectos y programas de la Muestra Universal.
Según los términos del acuerdo, el CSIC se comprometió a prestar el asesoramiento necesario para el desarrollo de las acciones previstas por la organizadora en materia científica. En una primera etapa este acuerdo se materializó en aspectos científicos y técnicos de los pabellones que eran responsabilidad de la Sociedad Estatal Expo 92, es decir, los del siglo XV, descubrimientos, navegación, naturaleza y pabellón del futuro.
Uno de los primeros trabajos que se abordó, en cumplimiento del acuerdo firmado durante aquella jornada, fue el estudio conjunto de las posibilidades de utilización para fines científicos de determinados edificios e instalaciones que se construyeron a raíz de la exposición en el recinto de la Isla de la Cartuja.
Cabía destacar que el convenio suscrito en aquel año 1989 dejaba abierta la posibilidad de posteriores desarrollos específicos que fueran generándose a tenor de las necesidades que la dinámica de la preparación de la Exposición Universal requirió durante los siguientes años.
Los resultados de todos los estudios que se elaboraron fueron elevados a las autoridades del Gobierno de la nación y de la Junta de Andalucía. Con la firma de este convenio la organizadora de la Expo 92 dio un paso más en su objetivo de ofrecer una Exposición de altos niveles de espectacularidad y calidad en los contenidos y materiales expositivos.