El pabellón de Extremadura se caracterizó por el gran farallón de granito que dominaba la entrada y por sus suelos transparentes, que divertían a los más jóvenes. La planta baja estaba presidida por la diosa Ceres, que vigilaba suspendida la <<Custodia de Azuaga>>, el <<Tesoro de Aliseda>> y múltiples piezas pertenecientes desde la Edad de Cobre hasta el siglo XVI.
El pabellón de Extremadura se elevó junto a los de Navarra y Baleares, en la zona destinada a las Comunidades Autónomas. La puerta de acceso al pabellón fue un farallón de granito de veinticinco metros de altura, desgarrado en el centro en forma de V invertida, que aportaba al visitante la sensación de entrar a través de un desfiladero.
El edificio consistía básicamente en un cubo de vidrio y poliéster transparente, que albergó en su interior una esfera de madera de roble, con quince metros de diámetro, que cortaba el suelo de cristal.
Una vez dentro del pabellón lo primero que llamaba la atención al visitante era la claridad y transparencia que aportaba la estructura de cristal, así como la luz y la gran resonancia acústica que los materiales del edificio provocaban en el interior.
El recorrido comenzaba en la planta baja del pabellón, después de que la azafata encargada del mostrador de información obsequiara con dos ejemplares de periódicos extremeños, para que conocieran la actualidad de esta comunidad.
Los visitantes observaban las primeras vitrinas dedicadas al encuentro de culturas que habían ido conformando el ser de Extremadura, desde la Edad de Bronce hasta el siglo XVI. El visitante también podía observar una vitrina con piezas de oro y plata, que formaban parte de los tesoros de la Edad de los metales.
La época visigoda estaba representada por un <<Cancel>> de mármol blanco tallado con racimos y hojas de vid. La cultura islámica estaba presente en el pabellón a través de una estela de Sapur, que sirvió para enterrar al primer Rey Independiente del reino taifas de Badajoz.
La cúpula de roble que dominaba el centro del pabellón, partiendo el suelo de la primera planta en dos, albergó un audiovisual de nueve minutos que mostraba la historia de Extremadura. Esta sala tenía una capacidad de ciento veintinueve personas y fue utilizada también como sala de conferencias.
La ceremonia que abrió el Día de Honor de Extremadura aquella jornada, estuvo a cargo de la presentadora de televisión Isabel Gemio, quien hizo la introducción a cada uno de los intervinientes. Por parte de la Sociedad Estatal, el comisario general Emilio Cassinello dio las gracias al presidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra por la participación de una región que había dejado de ser extrema y dura en España, para demostrar en el marco de la Expo 92 que es una tierra real y viva que podía permitirse todas las esperanzas de futuro.