El archipiélago de Cabo Verde, situado a 455 kilómetros de la costa occidental de África, conmemoró aquella jornada su Día Nacional en la Expo 92. Su presencia en la Muestra Universal tuvo un objetivo claro: darse a conocer turísticamente en todo el mundo.
Su edificio, con una superficie de noventa y cuatro metros cuadrados, estaba ubicado en la planta baja del pabellón conjunto de Plaza de África, que agrupó a otros catorce países de la zona subsahariana de este continente.
Cabo Verde, además de mostrarse como un potencial turístico, reflejó sus referencias históricas fundamentalmente a través de su artesanía y la música, <<reflejo del alma>>, para los caboverdianos.
Su pequeño pabellón se dividió en tres espacios expositivos: una exhibición de coches antiguos y modernos en miniatura realizados a mano con latas usadas; una zona dedicada a la artesanía típica de la isla, donde se mostraron artículos de mimbre, de cerámica, y un telar usado para la fabricación de los tradicionales paños de esta zona africana; y una parte destinada a la música, tan fuertemente enraizada a las costumbres de Cabo Verde, en la que se expuso una colección de guitarras de diferentes tamaños.
Contó también con una tienda que tenía una gran ventaja, y es que se podía regatear. Algunos de esos artículos que nos ofrecía fueron juegos de café, pendientes, cestas de mimbre, jarrones, entre otros artículos.
Cabo verde preparó un amplio programa musical de tres días de duración con motivo de la celebración de su Día Nacional. Los grupos de música y danza tradicional <<Finka Pe>>, <<Simentera>>, <<Paulino y Vieira>> y <<Finacon>> actuaron en el Palenque.
La jornada estuvo presidida por el Primer ministro de Cabo Verde, Carlos Wahnon Veiga.