El Tren de Alta Velocidad (AVE), que entró en funcionamiento coincidiendo con la inauguración oficial de la Expo 92, realizó aquel 4 de Marzo de 1992 el viaje de prueba más largo desde su construcción, desde la madrileña estación de Atocha hasta la sub-estación de Majarabique, a cinco kilómetros del destino final, la estación de Santa Justa.
A las 14:02 horas de aquel día hizo presencia el Ave en la sub-estación de Majarabique, a cinco kilómetros de la estación de Santa Justa. El tren, que contó con ocho vagones y dos máquinas locomotoras, partió de la madrileña estación de Atocha aproximadamente a las diez y media de la mañana llegando al destino inicialmente fijado alrededor de cuatro horas más tarde.
En el tren viajaban técnicos y el director general del AVE, José Luis Villa, quienes comprobaron el funcionamiento del sistema y las catenarias, y se realizaron algunas paradas por motivos técnicos. <<El Objetivo del viaje fue simplemente de pruebas>> añadió Villa-. Pruebas de todo, de cómo funcional todos los sistemas, tanto del tren como de las instalaciones, telecomunicaciones, la electrificación, señalización, la vía, etcétera.
La velocidad punta en el primer periodo de funcionamiento del Tren de Alta Velocidad fue de doscientos cincuenta kilómetros por hora, aunque en las pruebas realizadas en aquella jornada se alcanzaron algunos tramos desde los doscientos ochenta hasta los trescientos treinta kilómetros por hora, velocidad punta del AVE.
Las dos horas cuarenta y cinco minutos que debió tardar en realizar su recorrido el tren en su periodo de explotación se vieron aumentadas en casi una hora más, debido a las paradas realizadas en Córdoba y Cantillana, y a la falta de señalización de la totalidad del tramo de la vía.
La línea de alta velocidad Madrid-Sevilla, que fue inaugurada el 21 de abril de 1992. En un origen, la intención era la de construir una nueva línea entre Getafe y Córdoba, en un proyecto denominado Nuevo Acceso Ferroviario a Andalucía. En 1988 se decidió que las nuevas líneas tendrían un ancho de 1.435 mm, para ser compatibles con el resto de Europa. La diferencia con el resto de la red ibérica obligó a que en lugar de un nuevo acceso se construyera una línea completa, entre Madrid y Sevilla, muy similar a la línea ya existente de TGV en Francia.