Malasia celebró tal día como hoy en 1992 su Día Nacional en la Expo, aunque no contó con los actos oficiales propios de aquellos días, solo hubo una recepción con la asistencia del embajador de Malasia en España, Datuk Ismail Budin; el comisario general de la Expo, Emilio Cassinello, y el comisario del pabellón, Hong Funn Kum.
Por la tarde tuvo lugar en aquella jornada una serie de actuaciones folclóricas de danza, así como concursos y reparto de regalos entre los visitantes que acertaron algunas de las cuestiones referidas al pabellón de esta nación del Suroeste de Asia. Malasia invirtió unos setecientos millones de las antiguas pesetas para estar presente en la Exposición Universal de Sevilla, donde promocionó sus industrias de la madera, de caucho, el turismo y, sobre todo, su coche nacional, el Protom Saga.
Recorrer los casi 653 metros cuadrados de superficie del pabellón malayo que estaba situado en la avenida 1, era hacer un apasionante viaje por la cultura asiática. El edificio, que reproducía la arquitectura típica del país, destacó por su colorido azul y blanco.
Antes de acceder a su interior el visitante podía contemplar el espectáculo cultural que realizaban siete bailarines encima de un escenario giratorio y semi-circular de diseño similar al Kelantenese Guri Uri, escenario típico de la cultura tradicional malaya.
Una vez realizado el pertinente sellado del pasaporte, a pie y por las escaleras automáticas se llega a la tercera y última planta, ya que el recorrido se hacía a la inversa, de arriba abajo.
Antes de entrar en la sala expositiva, cuyo contenido central fue la ciudad jardín de la luz, Kuala Lumpur (la capital de Malasia) los visitantes eran recibidos por niños (maniquíes) ataviados con trajes típicos. Es el tradicional recibimiento malayo. La industria, los rascacielos, las fiestas y los lugares de ocio y comercio de Kuala Lumpur se mostraban a través de grandes fotografías, pero lo que acaparó la atención del público fue una reproducción del edificio del Sultán Abdul Samad.
Sin abandonar esa planta del pabellón, el público podía conocer la historia de Malasia, pasado, presente y futuro, por medio del túnel cultural del tiempo. La misma fachada del pabellón, similar a la de los típicos hogares malayos, estaba reproducida en el edificio pero a tamaño reducido.
Las líneas aéreas malayas ocupaban otra de las areas expositivas que se presentaron bajo el nombre de Volando al Mundo, uniéndonos a la industria espacial mundial por medio de un video, fotografías y mapas, los visitantes conocieron un poco mejor la actividad de Malasia en este sector.
Las industrias del caucho, de la madera y del aceite de pala, las principales del país, tenían su espacio reservado en la segunda planta del pabellón. En ella se intentó reproducir la zona forestal de Malacia haciendo una exhibición de sus aplicaciones industriales.