Desde Legado Expo Sevilla queremos recordar la figura del Jefe del Estado el Rey Juan Carlos I a lo largo de lo que fue uno de sus proyectos más ilusionantes del pasado siglo XX, la proclamación de una Exposición Universal en Sevilla.
De todos es conocido la gran implicación de su Majestad el Rey Juan Carlos en el proyecto de la Exposición desde el año 1976, para ello vamos a recordar en las propias palabras escrita esta misma semana por el periodista Javier Rubio y publicadas en el diario ABC donde se refleja el trabajo y constancia que el Rey puso en el proyecto de la Expo’92.
Este recorrido por las muchísimas visitas que realizaron la familia Real al recinto de la Isla de la Cartuja está acompañado por algunas de las instantáneas fotográficas más importante del monarca en la Expo’92.
La Expo’92 es el hito sevillano por excelencia de los casi 39 años de reinado de Don Juan Carlos. Suya fue la idea de convocar a todos los países iberoamericanos como había hecho su abuelo Alfonso XIII en el discurso a los postres del banquete de gala ofrecido por el presidente de la República Dominicana Joaquín Balaguer en su primer viaje a América como Rey de España y también el primero de un monarca español a aquellas tierras.
«Será tarea de la Corona española alentar esta voz de la cultura que hoy constituye el único mensaje pacificador y el único lenguaje universal. Trataré de cumplirla y para dar asiento y logro quisiera comunicaros un propósito que significa un comienzo de la tarea. Reanudando una noble tradición familiar y monárquica, desearía que se celebrase en España, si todos me ayudáis, la IIIª Exposición Internacional Iberoamericana. Las dos primeras, como recordaréis, se celebraron en Sevilla y el Barcelona y fueron auspiciadas por mi abuelo, el Rey Alfonso XIII. Nuestros pueblos están a punto. Pueden hacer un alarde. Tienen que hacerlo. Sólo precisan demostrar lo que son, demostrar lo que hacen. Para mí, personalmente, nada será más alentador que iniciar mi reinado con esta empresa y convertirme en patrocinador de vuestro esfuerzo y en portavoz de vuestro espíritu», fueron sus palabras textuales.
Aquel llamamiento del Rey antes de su trascendental viaje a Estados Unidos pasó inadvertido en Sevilla y prácticamente cayó en el olvido durante un lustro hasta que el embajador Manuel Prado y Colón de Carvajal retomó la idea en una conferencia en el hotel Alfonso XIII el 19 de enero de 1981: «Sevilla debe ser capital del Quinto Centenario». El pleno municipal aprobó el 28 de enero una moción en apoyo de ese sentir y el propio alcalde Luis Uruñuela se la presentó a los Reyes el 12 de octubre de ese mismo año en la inauguración del monumento al Libertador Simón Bolívar.
Para entonces, la idea ya estaba lanzada y de nuevo Prado y Colón de Carvajal se encargó de neutralizar la ventaja que había tomado Chicago, que había sido sede de una exposición universal en 1893 con motivo del IV Centenario del Descubrimiento de América, y quería volver a organizar una muestra con tal motivo en 1992.
El apoyo de la Corona a la Exposición Universal de Sevilla quedó testimoniado en numerosas ocasiones y visitas en los años previos a la celebración del certamen.
Sevilla, tan vinculada con la Corona por vía materna, recuperó algo del protagonismo cuando los Montpensier instalaron en San Telmo lo que se denominó la Corte Chica. Con vistas a 1992, se reformaron los aposentos reales del Alcázar para que los Reyes pudieran pernoctar aquí durante sus estancias en la capital. Y el palacio real en servicio más antiguo de Europa acogió el 24 de junio de 1991 la primera celebración de la onomástica del Rey que se celebraba fuera de los jardines del Campo del Moro queriendo inaugurar así una costumbre en la que luego no perseveró la propia Casa Real.
El 20 de abril de 1992, el Rey inauguraba en la explanada del monasterio de la Cartuja la exposición que tanto había alentado desde aquel primer discurso de 1976. En un primer momento, durante los meses de mayo y junio, nadie de la Familia Real volvió al recinto de la Expo hasta el punto de que la oposición parlamentaria llegó a plantear que la ausencia de los Reyes obedecía a un plan preconcebido del Gobierno socialista.
La segunda visita oficial de los Reyes tuvo lugar el 7 de julio de 1992, dando lugar a la anécdota quizá más recordada de aquel verano en que se habían deslizado algunas informaciones sobre viajes privados del Monarca. Fue a la entrada del pabellón de México, donde un grupo musical recibió a Don Juan Carlos con el archiconocido mariachi que interpretaba Pedro Vargas: «Sigo siendo el Rey», toda una declaración de intenciones.
Pero con el paso de los meses, los Reyes -juntos o por separado- hicieron de sus recorridos por los pabellones de la Expo una costumbre cada vez más frecuente.
La Reina Doña Sofía no desaprovechaba ocasión aquel verano para sellar incluso su pasaporte en todos los recintos que visitaba. El 12 de octubre, desde la terraza del pabellón de España, el Rey daba por clausurada la muestra universal que había soñado en 1976.
A lo largo de los 6 meses de la muestra muchos sevillanos y visitantes pudieron ver a la Familia Real en algun pabellón o recorriendo algunas de las grandes avenidas de la Cartuja.
El próximo Jefe del Estado, el principe de Asturias, futuro Rey Felipe VI, también recorrió durante 1992 las calles de la Isla de la Cartuja y disfrutando de una ciudad mágica llena de sensaciones.